La industria de extracción de gemas, metales y minerales no siempre ha atendido a las condiciones de sostenibilidad social o medioambiental. Y aunque no es, ni de lejos, el único sector que ha incurrido en graves prácticas, sí es uno de los que impactan a más niveles en su entorno: no hablamos únicamente de factores medioambientales, sino también socioeconómicos.
No obstante, a día de hoy, no son pocas las empresas, administraciones, gobiernos, comerciantes y consumidores que colaboran para garantizar que el sector aplique medidas correctivas y las mantenga en el tiempo.
No siempre trascienden las acusaciones o acciones en las que los actores de la industria del sector minero desempeñan, tristemente, un papel importante, pero es necesario poner la realidad sobre la mesa. Un ejemplo es la reciente denuncia a Petra Diamonds por violar los derechos humanos en la mina Williamson de Tanzania. El ataque que sufrió la tribu Mundukuru, ubicada en el Amazonas, el pasado mes de mayo tampoco es un hecho aislado.
Varias organizaciones están asumiendo un papel de vigilancia sobre las actividades de la industria minera y el comercio de gemas. Por ejemplo, la organización Verité elaboró, en 2019, un mapa que señala en qué países existe explotación infantil y/o trabajos forzados. Y es que, aunque instituciones, gobiernos y empresas de los países señalados están trabajando por evitar estas situaciones, el marco regulatorio, unido a la inaccesibilidad y la falta de recursos en estas zonas, no facilitan la aplicación de las medidas adoptadas.
SOMO, organización de investigación independiente, repasa en Rough Cut. Sustainability Issues in the Coloured Gemstone Industry todas las áreas del sector, denunciando algunas prácticas poco sostenibles que tienen lugar en diferentes partes del planeta. Sin embargo, deja una ventana abierta a la esperanza, mencionando también las iniciativas que se están abriendo paso para corregir actividades negativas para el entorno.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible
En el año 2015, todos los Estados Miembros de Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta iniciativa constituye un llamamiento universal al compromiso para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030. La llamada Agenda 2030 ha comenzado a calar, en mayor o menor medida, a nivel institucional y empresarial, a través de la implementación de acciones para sumarse al compromiso y dejar un mundo en el que todos querríamos vivir, independientemente de dónde. Y también son muchos los individuos que, a título particular, están exigiendo un cambio, aportando su granito de arena al tomar decisiones o consumir productos que garanticen esa sostenibilidad.
En ese sentido, las instituciones Columbia Center on Sustainable Investment (CCSI), UNDP, UN Sustainable Development Solutions Network y World Economic Forum han diseñado una hoja de ruta para que las empresas mineras puedan aplicar medidas concretas para dar respuesta a las necesidades planteadas en todos y cada uno de los ODS, en su paper “Mapping Mining to the Sustainable. Development Goals: An Atlas”.
Iniciativas gubernamentales e institucionales: el primer paso
En Chile, la minería (especialmente la de cobre) ha cumplido un papel muy importante en el desarrollo del país: cerca del 15% del PIB, el 60% de las exportaciones y el 20% de los ingresos fiscales provienen de esta industria. Estefanía Gutiérrez Arancibia, Especialista en Sustentabilidad en Codelco (Corporación Nacional del Cobre de Chile), lleva años trabajando en el sector, y confirma que viene advirtiendo un cambio desde hace algunos años. “Según mi apreciación, las compañías mineras acá en Chile han ido potenciando los ODS. Los puntos que yo he podido evidenciar en mi área de trabajo son la extracción de forma responsable, evitando generar desperdicios; el uso de procesos más seguros; la incorporación de tecnologías sostenibles y mejoras ingenieriles; y el compromiso de promover el bienestar de las comunidades locales y reducir las emisiones”.
Añade, además, que han implementado el DS28 (un Decreto del Gobierno publicado en 2013), que establece el objetivo de proteger la salud de las personas y el medioambiente para las fundiciones de cobre y fuentes emisoras de arsénico, con el fin de mejorar la integridad física de las personas y velar por el derecho a la vida y a vivir en un entorno libre de contaminación.
Brasil es otro país en el que la industria minera es especialmente importante. En él operan tanto grandes empresas como otras más pequeñas, todas ellas supeditadas a una regulación ambiental cada vez más exigente. Ayuni Larissa Mendez es ingeniera forestal y analista ambiental en la dirección de Licencias Ambientales del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA). Nos ha explicado que, desde hace unos años (concretamente desde la promulgación de la Ley de Libertad Económica en 2019), el marco regulatorio es mucho más estricto, organizando la concesión de licencias en base a tres fases. "Siempre se somete la actividad a un análisis de viabilidad ambiental, seguido de un análisis de la relevancia de las medidas de control en las fases de instalación, principalmente en operación. Los requisitos ambientales son bastante estrictos, y la fiscalización de los cuerpos sobre el sector también ha sido bastante positiva".
Mendez define el sistema como particularmente eficiente, cauteloso y diligente: "Se establece una clasificación de riesgo, si es pequeño, mediano o grande, y en función de esa gradación se exigen unos estrictos procesos regulatorios y procesos de autorización, de acuerdo con el grado de riesgo ambiental".
Los estados brasileños se han estructurado en términos de implementación de la política ambiental, que está regulada a nivel federal y a nivel estatal. Mendez destaca como buenos ejemplos al respecto los estados de Minas Gerais y Goiás, que han trabajado en el desarrollo de una regulación ambiental más estricta, complementada con el trabajo de IBAMA, el organismo que realiza el control medioambiental referido a la extracción minera.
“Creo que es un sector que, a pesar de su desempeño y del severo impacto de la actividad que desarrolla, obedece a unos estándares de sostenibilidad cada vez más exigentes, demandados tanto por parte de las empresas como de otros actores de la economía”, comenta Mendez.
Otros países, como Canadá, llevan tiempo aplicando normas muy restrictivas, obligando a las empresas que deseen operar en su territorio a realizar un exhaustivo estudio de impacto medioambiental, acompañando de un informe de trascendencia a nivel socioeconómico, obligando a incorporar a trabajadores procedentes de comunidades locales. Existe también la asociación Towards Sustainable Mining (TSM), primer estándar de sostenibilidad minera en el mundo y cuyo programa de sostenibilidad apoya a las empresas mineras en la gestión de riesgos ambientales y sociales clave.
Australia, otro país en el que la industria minera es relevante, cuenta con el Australian Centre for Sustainable Mining Practices (ACSMP), creado en 2009 y reconocido a nivel local e internacional como una autoridad líder en prácticas de minería sostenible. Su objetivo es maximizar el beneficio para la sociedad a través de la extracción responsable de los recursos minerales del mundo. ACSMP investiga y trabaja activamente con la industria y el gobierno en diversas áreas clave de sostenibilidad minera.
Iniciativas que promueven la sostenibilidad
El más conocido es el Kimberley Process Certification Scheme (KPCS), creado en el año 2000. Se ideó como un sistema de certificaciones diseñado para evitar que los llamados “diamantes de sangre” entraran en el mercado, garantizando así a los consumidores que las gemas adquiridas no financiaban la guerra ni otros abusos que atentaran contra los derechos humanos. La enorme mayoría de diamantes del mercado proceden de los 43 países que forman parte del plan, al que también se han adscrito varias empresas como De Beers y World Diamond Council. No obstante, aunque esta iniciativa fue pionera, cada vez recibe más críticas por no contemplar aspectos como las condiciones de trabajo forzado, abusos, o trabajo infantil, provocando que algunos de los actores que la conforman hayan decidido abandonar el proyecto.
Aunque la mayor responsabilidad sea de gobiernos y empresas, hace ya años que existen iniciativas que promueven un cambio en el sector de la gemología y la joyería. No son pocas las organizaciones que tratan de minimizar el impacto medioambiental, social o económico. Estas iniciativas buscan involucrar a las comunidades locales, la sociedad civil en general, y a los productores y usuarios de gemas en la definición de estándares justos de extracción y comercio de gemas, y en la posibilidad de aportar verificaciones de terceras partes que garanticen la integridad de los sistemas. A continuación mencionamos algunas:
En primer lugar cabe citar el trabajo de Responsible Jewellery Council (RJC). Creado en 2005 a raíz de la alianza de 14 grandes empresas u organizaciones del sector, entre las que se encuentran Cartier, World Jewellery Confederation, Rio Tinto, Tiffany & Co., Jewelers of América o la National Association of Goldsmiths del Reino Unido, tratan de erigirse como la organización de certificación y estándares reconocida para la integridad y sostenibilidad de la cadena de suministro en la industria mundial de la joyería y la relojería.
El Código de Prácticas (COP) del RJC pretende ser el estándar mundial para la industria responsable de la joyería y la relojería. Se centra en aspectos como la ética empresarial y las cadenas de suministro responsables, aplicado a todos los minerales y metales primarios utilizados en la fabricación de joyas. Su finalidad es, como en tantos otros casos, la consecución de las metas marcadas por la Agenda 2030 a través de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El RJC acredita un sólido proceso de certificación para sus miembros, que es auditado de forma independiente y acreditado por ISEAL, una organización global especializada en sistemas ambiciosos, colaborativos y transparentes, orientados a abordar problemas de sostenibilidad.
La industria de extracción de gemas, metales y minerales no siempre ha atendido a las condiciones de sostenibilidad social o medioambiental. Y aunque no es, ni de lejos, el único sector que ha incurrido en graves prácticas, sí es uno de los que impactan a más niveles en su entorno: no hablamos únicamente de factores medioambientales, sino también socioeconómicos. No obstante, a día de hoy, no son pocas las empresas, administraciones, gobiernos, comerciantes y consumidores que colaboran para garantizar que el sector aplique medidas correctivas y las mantenga en el tiempo.
El mercado de gemas, metales y minerales: ¿sostenible?
No siempre trascienden las acusaciones o acciones en las que los actores de la industria del sector minero desempeñan, tristemente, un papel importante, pero es necesario poner la realidad sobre la mesa. Un ejemplo es la reciente denuncia a Petra Diamonds por violar los derechos humanos en la mina Williamson de Tanzania. El ataque que sufrió la tribu Mundukuru, ubicada en el Amazonas, el pasado mes de mayo tampoco es un hecho aislado.
Varias organizaciones están asumiendo un papel de vigilancia sobre las actividades de la industria minera y el comercio de gemas. Por ejemplo, la organización Verité elaboró, en 2019, un mapa que señala en qué países existe explotación infantil y/o trabajos forzados. Y es que, aunque instituciones, gobiernos y empresas de los países señalados están trabajando por evitar estas situaciones, el marco regulatorio, unido a la inaccesibilidad y la falta de recursos en estas zonas, no facilitan la aplicación de las medidas adoptadas.
SOMO, organización de investigación independiente, repasa en Rough Cut. Sustainability Issues in the Coloured Gemstone Industry todas las áreas del sector, denunciando algunas prácticas poco sostenibles que tienen lugar en diferentes partes del planeta. Sin embargo, deja una ventana abierta a la esperanza, mencionando también las iniciativas que se están abriendo paso para corregir actividades negativas para el entorno.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible
En el año 2015, todos los Estados Miembros de Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta iniciativa constituye un llamamiento universal al compromiso para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030. La llamada Agenda 2030 ha comenzado a calar, en mayor o menor medida, a nivel institucional y empresarial, a través de la implementación de acciones para sumarse al compromiso y dejar un mundo en el que todos querríamos vivir, independientemente de dónde. Y también son muchos los individuos que, a título particular, están exigiendo un cambio, aportando su granito de arena al tomar decisiones o consumir productos que garanticen esa sostenibilidad.
En ese sentido, las instituciones Columbia Center on Sustainable Investment (CCSI), UNDP, UN Sustainable Development Solutions Network y World Economic Forum han diseñado una hoja de ruta para que las empresas mineras puedan aplicar medidas concretas para dar respuesta a las necesidades planteadas en todos y cada uno de los ODS, en su paper “Mapping Mining to the Sustainable. Development Goals: An Atlas”.
Iniciativas gubernamentales e institucionales: el primer paso
En Chile, la minería (especialmente la de cobre) ha cumplido un papel muy importante en el desarrollo del país: cerca del 15% del PIB, el 60% de las exportaciones y el 20% de los ingresos fiscales provienen de esta industria. Estefanía Gutiérrez Arancibia, Especialista en Sustentabilidad en Codelco (Corporación Nacional del Cobre de Chile), lleva años trabajando en el sector, y confirma que viene advirtiendo un cambio desde hace algunos años. “Según mi apreciación, las compañías mineras acá en Chile han ido potenciando los ODS. Los puntos que yo he podido evidenciar en mi área de trabajo son la extracción de forma responsable, evitando generar desperdicios; el uso de procesos más seguros; la incorporación de tecnologías sostenibles y mejoras ingenieriles; y el compromiso de promover el bienestar de las comunidades locales y reducir las emisiones”.
Añade, además, que han implementado el DS28 (un Decreto del Gobierno publicado en 2013), que establece el objetivo de proteger la salud de las personas y el medioambiente para las fundiciones de cobre y fuentes emisoras de arsénico, con el fin de mejorar la integridad física de las personas y velar por el derecho a la vida y a vivir en un entorno libre de contaminación.
Brasil es otro país en el que la industria minera es especialmente importante. En él operan tanto grandes empresas como otras más pequeñas, todas ellas supeditadas a una regulación ambiental cada vez más exigente. Ayuni Larissa Mendez es ingeniera forestal y analista ambiental en la dirección de Licencias Ambientales del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA). Nos ha explicado que, desde hace unos años (concretamente desde la promulgación de la Ley de Libertad Económica en 2019), el marco regulatorio es mucho más estricto, organizando la concesión de licencias en base a tres fases. "Siempre se somete la actividad a un análisis de viabilidad ambiental, seguido de un análisis de la relevancia de las medidas de control en las fases de instalación, principalmente en operación. Los requisitos ambientales son bastante estrictos, y la fiscalización de los cuerpos sobre el sector también ha sido bastante positiva".
Mendez define el sistema como particularmente eficiente, cauteloso y diligente: "Se establece una clasificación de riesgo, si es pequeño, mediano o grande, y en función de esa gradación se exigen unos estrictos procesos regulatorios y procesos de autorización, de acuerdo con el grado de riesgo ambiental".
Los estados brasileños se han estructurado en términos de implementación de la política ambiental, que está regulada a nivel federal y a nivel estatal. Mendez destaca como buenos ejemplos al respecto los estados de Minas Gerais y Goiás, que han trabajado en el desarrollo de una regulación ambiental más estricta, complementada con el trabajo de IBAMA, el organismo que realiza el control medioambiental referido a la extracción minera.
“Creo que es un sector que, a pesar de su desempeño y del severo impacto de la actividad que desarrolla, obedece a unos estándares de sostenibilidad cada vez más exigentes, demandados tanto por parte de las empresas como de otros actores de la economía”, comenta Mendez.
Otros países, como Canadá, llevan tiempo aplicando normas muy restrictivas, obligando a las empresas que deseen operar en su territorio a realizar un exhaustivo estudio de impacto medioambiental, acompañando de un informe de trascendencia a nivel socioeconómico, obligando a incorporar a trabajadores procedentes de comunidades locales. Existe también la asociación Towards Sustainable Mining (TSM), primer estándar de sostenibilidad minera en el mundo y cuyo programa de sostenibilidad apoya a las empresas mineras en la gestión de riesgos ambientales y sociales clave.
Australia, otro país en el que la industria minera es relevante, cuenta con el Australian Centre for Sustainable Mining Practices (ACSMP), creado en 2009 y reconocido a nivel local e internacional como una autoridad líder en prácticas de minería sostenible. Su objetivo es maximizar el beneficio para la sociedad a través de la extracción responsable de los recursos minerales del mundo. ACSMP investiga y trabaja activamente con la industria y el gobierno en diversas áreas clave de sostenibilidad minera.
Iniciativas que promueven la sostenibilidad
El más conocido es el Kimberley Process Certification Scheme (KPCS), creado en el año 2000. Se ideó como un sistema de certificaciones diseñado para evitar que los llamados “diamantes de sangre” entraran en el mercado, garantizando así a los consumidores que las gemas adquiridas no financiaban la guerra ni otros abusos que atentaran contra los derechos humanos. La enorme mayoría de diamantes del mercado proceden de los 43 países que forman parte del plan, al que también se han adscrito varias empresas como De Beers y World Diamond Council. No obstante, aunque esta iniciativa fue pionera, cada vez recibe más críticas por no contemplar aspectos como las condiciones de trabajo forzado, abusos, o trabajo infantil, provocando que algunos de los actores que la conforman hayan decidido abandonar el proyecto.
Aunque la mayor responsabilidad sea de gobiernos y empresas, hace ya años que existen iniciativas que promueven un cambio en el sector de la gemología y la joyería. No son pocas las organizaciones que tratan de minimizar el impacto medioambiental, social o económico. Estas iniciativas buscan involucrar a las comunidades locales, la sociedad civil en general, y a los productores y usuarios de gemas en la definición de estándares justos de extracción y comercio de gemas, y en la posibilidad de aportar verificaciones de terceras partes que garanticen la integridad de los sistemas. A continuación mencionamos algunas:
En primer lugar cabe citar el trabajo de Responsible Jewellery Council (RJC). Creado en 2005 a raíz de la alianza de 14 grandes empresas u organizaciones del sector, entre las que se encuentran Cartier, World Jewellery Confederation, Rio Tinto, Tiffany & Co., Jewelers of América o la National Association of Goldsmiths del Reino Unido, tratan de erigirse como la organización de certificación y estándares reconocida para la integridad y sostenibilidad de la cadena de suministro en la industria mundial de la joyería y la relojería.
El Código de Prácticas (COP) del RJC pretende ser el estándar mundial para la industria responsable de la joyería y la relojería. Se centra en aspectos como la ética empresarial y las cadenas de suministro responsables, aplicado a todos los minerales y metales primarios utilizados en la fabricación de joyas. Su finalidad es, como en tantos otros casos, la consecución de las metas marcadas por la Agenda 2030 a través de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El RJC acredita un sólido proceso de certificación para sus miembros, que es auditado de forma independiente y acreditado por ISEAL, una organización global especializada en sistemas ambiciosos, colaborativos y transparentes, orientados a abordar problemas de sostenibilidad.
Fairmined fue desarrollada por la Alianza para la Minería Responsable (ARM), una organización sin ánimo de lucro creada en 2004. Se trata de un sello que certifica que el oro procede de organizaciones mineras artesanales y de pequeña escala (MAPE) responsables. Fairmined busca contribuir a un desarrollo institucional, social y ambientalmente sostenible, promoviendo la formalización y el acceso al mercado de la minería artesanal responsable, y representando una oportunidad importante de desarrollo para los mineros artesanales y de pequeña escala en todo el mundo. Grandes marcas como Chopard, así como otras más pequeñas hacen uso de oro Fairmined.
Alianza para la Minería Responsable participa también en otros proyectos de carácter medioambiental y social. Por ejemplo, desde junio de 2020, y en colaboración con MIT D-Lab del Instituto de Tecnología de Massachusetts, desarrolan el proyecto “RISE: ambientes resilientes, inclusivos y sostenibles”, orientado a combatir la violencia de género en el sector minero a pequeña escala.
En 2017, De Beers Group anunció la intención de emplear la tecnología blockchain para garantizar la trazabilidad de los diamantes desde su extracción hasta el consumidor final. De ahí surgió Tracr, una alianza con las principales partes interesadas de la industria. Más tarde, la startup Everledger ha empezado a diversificar, empleando este conjunto de tecnologías a diferentes sectores aparte del gemológico: artículos de lujo, vino y licores, arte, seguros…
No sólo las grandes marcas están adoptando compromisos: la ONG Impact ha impulsado Digging for Equality, un proyecto que busca apoyar a las mujeres que trabajan en el sector de la minería artesanal. Actualmente se desarrolla en Uganda, Zimbabwe y República Democrática del Congo, realizando propuestas legislativas en las administraciones públicas de cada uno de estos países, con el objetivo de mejorar la seguridad de la mujer, la igualdad de género y su participación en el sector.
La organización Diamonds Do Good comparte como objetivo apoyar programas que promueven el desarrollo y empoderan a las personas en las comunidades donde se extraen diamantes naturales.
Como consumidores, ¿estamos dispuestos a pagar más por conocer el origen de nuestras gemas?
Definitivamente, las personas empezamos a consumir con una mayor conciencia. Y, en muchos casos, estamos dispuestos a pagar un poco más por productos que garanticen que están exentos de explotación de recursos, abuso de trabajadores, o prácticas nocivas y poco transparentes.
El sector de la joyería y la gemología también se inclinan en esa dirección. El estudio realizado por la startup Tracemark aporta datos que claramente señalan en esa dirección: el 71% de los clientes se decantaría por una joya por su trazabilidad, más de la mitad de los encuestados estarían dispuestos a pagar entre un 2,5% y un 10% más; y el 7,5% de ellos pagaría hasta un 20% más por una joya siempre y cuando dispusieran de información precisa que garantice prácticas éticas y sostenibles en toda la cadena de suministro.
En España, marcas de joyería como Tous han comenzado a sumarse a la tendencia. En colaboración con la mencionada Tracemark, su colección Teddy Bear Stars garantiza la trazabilidad del oro y los diamantes con los que está fabricada.
Debemos ser conscientes del impacto que nuestras actividades cotidianas tienen en nuestro entorno y, a través de nuestras acciones como profesionales o como individuos, sumar en esta dirección.