Se estima que entre el 75% y el 95% de la producción anual de oro se escapa sin control por sus fronteras. Y de ahí pasa ya ‘blanqueado’ hasta las refinerías de China, Arabia Saudí y Reino Unido, según la organización belga International Peace Information Service (IPIS).
El informe de la ONU estima que al menos 1,1 toneladas de oro procedente de una de las tres principales regiones productoras se introdujeron de contrabando hacia Ruanda. Una cantidad que, por poner un ejemplo, le hubiera generado a las Arcas Públicas casi 2 millones de dólares en impuestos.
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Pero en todas las provincias productoras de oro la pérdida es mucho mayor. Los mineros artesanales en el Congo producen de 15 a 22 toneladas de oro al año, según el Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales de Alemania. En torno a 200.000 personas viven en el país de la minería artesanal y, de las 2.400 ‘explotaciones’ revisadas, al menos en el 64% están presentes grupos armados ajenos al Gobierno.
Difícil de rastrear
El comercio del metal precioso ha alimentado guerras regionales, financiado a combatientes rebeldes y sometido a los comerciantes involucrados a sanciones de la ONU, en un intento por detener el flujo. Pero eso no parece bastar.
“El estado de ánimo actual en la República Democrática del Congo (RDC) es tenso” apuntan desde IPIS, mientras los grupos armados en el noreste del país continúan aprovechando un gobierno débil y se enriquecen con el comercio irregular de minerales según los datos que maneja esta organización, que desde 2017 rastrea el impacto de la minería ilegal de oro en la región.
¿Dónde va a parar entonces ese oro? Pues teniendo en cuenta que su país vecino, Uganda, apenas cuenta con reservas de oro y que en 2019 sus exportaciones superaron las 25 toneladas, la respuesta está clara. Para IPIS, más del 95% de las exportaciones de oro ugandesas llegan al país de forma irregular pero, una vez allí, adquiere ‘nueva nacionalidad’ y se convierte en legal siempre que se pague a su Gobierno y a los mayoristas las tasas correspondientes.
Uno de esos mayoristas del oro en Uganda es el distribuidor local Oryema James, que explica el proceso: “Les compramos el oro, ordenamos los documentos, pagamos impuestos al gobierno [de Uganda] y lo exportamos a Dubai, China y el Reino Unido. Por lo tanto, se convierte en un producto de exportación legal con Uganda como país de origen".
Según la organización belga este comercio le reporta a Uganda en torno a 320 millones de dólares anuales en valor de exportación pero aquí está la parte más oscura: El oro que sale ilegalmente de la RDC supone unos ingresos de en torno a los 120 millones de dólares a los grupos rebeldes del noroeste del país, que cuentan con unas fuerzas estimadas en 8.000 combatientes.
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