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El pasado lunes el precio del oro alcanzó su nivel más alto en siete años, acercándose a la barrera de los 1.700 dólares la onza.
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El pasado lunes el precio del oro alcanzó su nivel más alto en siete años, acercándose a la barrera de los 1.700 dólares la onza.

Lunes negro en la Bolsa y máximos del oro ante el miedo al coronavirus

miércoles 26 de febrero de 2020, 07:00h

La imposibilidad de contener la expansión del virus COVID-19 y su salto a Europa, donde ya se contabilizan más de 200 casos en Italia, además de otros dos confirmados ayer en nuestro país, provocó el pasado lunes un cataclismo en los mercados de valores como hacía tiempo no se recordaban. El dinero es cobarde y ante la enfermedad suele ser el primero en huir. Y como efecto colateral escala el precio de los metales preciosos, encabezados por el oro, que alcanzó máximos de los últimos siete años.

La especulación bursátil, más que la demanda de oro, están provocando un importante repunte de los precios.
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La especulación bursátil, más que la demanda de oro, están provocando un importante repunte de los precios.

El índice español fue uno de los más afectados por los temores de los inversores y el lunes se dejó en torno al 4% (más de 29.000 millones de euros en cotizaciones) mientras que otros parquets, como Ftse Mib italiano cayó casi un 6%, mientras el Dow Jones estadounidense perdía un 3,5% y su homólogo alemán un 3,3%, por citar sólo unos casos.

En contraste, el precio del oro hizo honor a su apelativo de ‘valor refugio’ y alcanzó su nivel más alto en siete años, acercándose a la barrera de los 1.700 dólares la onza (en concreto cerró en 1.682 dólares). En sólo unas horas se había incrementado su valor un 2%.

El metal se ha revalorizado ya más de un 10% en lo que llevamos de año y la mayoría de analistas coinciden en que su precio pronto podría traspasar la barrera de los 1.700 dólares la onza, impulsado por la más que evidente desaceleración económica provocada por el virus originario de China.

Esta escalada en los precios del oro, así como del platino y de la plata, supone también otra piedra en el camino de la joyería, muy sensible a los incrementos de los metales por la dificultad de trasladarlos al cliente final. Un hándicap al que se suma la más que previsible contracción del mercado minorista, que en momentos de incertidumbre suele prescindir del lujo entre sus predicciones de compra.