El trabajo lo realizaron las investigadoras del HRD Antwerp Ellen Biermans y Ellie Barrie. Esta última participó en la
pasada edición de ProDiam precisamente con una ponencia acerca de los diamantes producidos por el hombre; cómo se forman y qué tipo de diamantes hay, así como cuáles son los procedimientos que se siguen para detectarlos.
El diamante analizado en el laboratorio era de talla brillante (con medidas 9.36 – 9.42 mm x 5.76 mm) y se fabricó por el método CVD (Deposición química de vapor). Esta técnica utiliza alta temperatura. Aquí se usa un sustrato como base y mediante un gas que contiene carbono y, a través de reacciones químicas, se van depositando las diferentes capas que darán forma al diamante. Con esta técnica se pueden crear piedras a una velocidad de medio milímetro al día, por lo que entre 3 y 5 días ya podemos tener un diamante.
"Ya no hay obstáculos técnicos" para crear diamantes aún mayores
Los resultados del análisis desvelaron que se trata de una piedra tipo IIa (con un característico patrón de tatami) y un grado de claridad VS2, ya que cuenta con algunas pequeñas inclusiones en forma de puntos (pinpoint), visibles a la lupa. Según el HRD, no mostraba indicios claros de un posible tratamiento del color después del crecimiento.
Crecimiento por etapas
Un estudio más profundo a través de técnicas espectroscópicas mostró que, si bien el pabellón de la piedra tenía una estructura de crecimiento de capas, (Figura 3, izquierda), este crecimiento se realizó en diferentes etapas, parando y volviendo a arrancar el proceso, como indican las flechas de la figura 3.
Aunque no se explica el porqué de este proceso lo cierto es que crear un diamante de este tamaño de forma artificial pudo llevar semanas de 'crecimiento' en un laboratorio. El HRD indica que el 'plato' (piedra en bruto resultante del proceso CVD), debía ser "enorme" para cortar una piedra de de tres quilates como la que analizaron, y apuntan a que "ya no hay obstáculos técnicos" para crear diamantes aún mayores.
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