La historia de esta excepcional piedra parte en noviembre de 2015, cuando apareció en la explotación que Lucara Diamonds comparte con la firma minera Karowe en Botswana.
La gema se certificó como tipo IIa y un total de 1.109 quilates, lo que la sitúa como segunda mayor piedra de la historia tras el diamante Cullinan, con 3.106 quilates, que se extrajo en Sudáfrica en 1905.
La gema salió a subasta en junio de 2016 en Sotheby’s Nueva York pero las pujas ‘sólo’ alcanzaron los 61 millones de dólares, lejos de los 70 millones que se habían marcado como reserva los propietarios del diamante y a una distancia 'sideral' de los 90 millones de dólares que se barajaban de forma extraoficial. Como afirmó en aquél momento el consejero delegado de la minera “es posible que el mercado de subastas no esté preparado para este tipo de gemas”.
Desde entonces la piedra se ha estado moviendo mucho más discretamente por el mercado internacional del diamante y
todo apunta a que la compañía minera ha salido perdiendo con esta venta en relación a las ofertas de la subasta, si es que la cantidad abonada es finalmente de 53 millones de dólares y no hay algún que otro acuerdo interno que no ha trascendido.
Graff Diamonds ya tenía ‘parte’ del Lesedi la RonaSe da la circunstancia de que la afamada casa londinense ya había comprado una parte de este descomunal diamante. Y es que en mayo de este mismo año
Graff se hizo en subasta, por 17,5 millones de dólares, con un fragmento de 373,72 quilates que se desprendió del principal durante las labores de extracción.
Ahora ya se puede decir que Graff Diamonds cuenta con el Lesedi La Rona en su totalidad y sólo queda por ver cuál será el destino final de esta excepcional gema. Tan excepcional, que es de esas que sólo aparecen una vez cada siglo.