Según los resultados, el proceso se habría llevado a cabo sin necesidad de alcanzar las temperaturas por encima de los 1.000 grados que actualmente se requieren para crear diamantes en un laboratorio. Se trata del mismo equipo que hace cuatro años consiguió crear un diamante con una dureza superior a los naturales.
Como ya hemos publicado en numerosas ocasiones, para producir diamantes sintéticos existen en la actualidad dos métodos: Bien a través de un proceso llamado HPHT (alta presión y alta temperatura); bien mediante el llamado CVD, que consiste en la deposición de capas de carbono en una atmósfera controlada.
En este caso, el equipo australiano consiguió reproducir a escala microscópica la formación tanto de diamantes como de lonsdaleíta, un mineral compuesto por carbono puro pero que, a diferencia del diamante, tiene una estructura cristalina hexagonal (en lugar de cúbica) y que se asocia al impacto de meteoritos contra la Tierra, cuyos vestigios se han encontrado en lugares como Tunguska (Siberia) o el Cañón del Diablo (Arizona).
La presión empleada para el experimento varió entre 85 y 100 gigapascales, una cifra que se escapa de la comprensión y que equivale en torno a un millón de bares de presión.
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De momento se trata sólo de un estudio pero los responsables del proyecto aseguran que seguirán trabajando puesto que tanto el diamante como la londsdaleita tienen “potencial para emplearse en explotaciones mineras o industriales”.
Más información técnica sobre el estudio, en este enlace.