¿Y qué tiene todo esto que ver con la joyería? Pues la historia de este desencuentro se explica por el interés de Israel de estrechar el cerco sobre el contrabando de marfil de elefante que sí está protegido por CITES al tratarse de una especie en grave peligro de extinción. Según los impulsores de la propuesta, el comercio legal de marfil de mamut podría estar ocultando el contrabando de marfil furtivo procedente sobre todo de África, debido a la dificultad para distinguir ambos tipos de materiales a simple vista, sin pasar por un laboratorio gemológico.
Según datos de la ONG Worldwildlife, Asia es el primer consumidor de marfil y, si bien el 90% de los colmillos de mamut que son exportados legalmente desde Siberia (unas 70 toneladas al año) termina en China, solo el 50% del marfil vendido en este país procede de los animales extintos. El resto llega de África y los furtivos cazan allí más de 30.000 elefantes al año (100 toneladas de marfil) para satisfacer la enorme demanda.
Hay que recordar que el marfil de mamut se usa en tallas y joyas, y procede de los restos conservados en el permafrost de Siberia. Estos paquidermos, que eran muy comunes en la región, se extinguieron hace unos 4.000 años y con el calentamiento global cada vez son más los restos que salen a la luz y que están generando una importante industria en Rusia, principal exportador de este tipo de marfil.
Precisamente fue Rusia el país que más firmemente rechazó la propuesta aunque los representantes de Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea también se opusieron con el argumento de que no hay pruebas suficientes de que una inclusión en CITES pueda frenar el tráfico ilegal de marfil de elefante, y por el contrario esto pueda suponer una carga administrativa importante en las Aduanas.
Avances en los análisis de gemas orgánicas
Precisamente al hilo de esta controversia el Instituto Gemológico Suizo SSEF acaba de anunciar su método para proporcionar información sobre las gemas orgánicas –en este caso el marfil—a través de la huella digital de ADN, “como un servicio al cliente estándar” aseguran.
Se trata de un método científico que puede proporcionar información sobre las especies de marfil que se utilizan en joyas y objetos ornamentales, para determinar si es marfil de elefante incluido en la CITES, o marfil de mamut no incluido en ese listado.
“Las huellas digitales de ADN, junto con un análisis morfológico de una muestra de marfil, ayudan a determinar si un artículo de marfil se originó en una fuente histórica o moderna” explican desde el laboratorio suizo. Esto es particularmente útil para identificar casos de fraude en los que, por ejemplo, el marfil de elefante regulado por la CITES se tergiversa y se vende como marfil de mamut.
Según el laboratorio, actualmente no es posible identificar las especies de marfil utilizando técnicas gemológicas comúnmente disponibles. "Este servicio se basa en nuestra investigación pionera en la toma de huellas digitales de ADN de perlas y corales, y el desarrollo de nuevos métodos para aumentar la trazabilidad de los materiales de gemas orgánicas en el comercio" concluye el director del SSEF, Michael S. Krzemnicki.