El hecho es que, con ocasión de uno de los viajes que la Asociación Española de Tasadores de Alhajas realiza, cada año, con finalidades culturales (también lúdicas), y en los que, siempre se trata de obtener conocimientos relevantes para el ejercicio profesional, se ha planteado la posibilidad de aprovechar la estancia en una ciudad germana, cuna de una de las grandes marcas de la relojería mundial, para tratar de conseguir una visita a la manufactura relojera, por tratarse de un auténtico referente de la excelencia relojera -a cada señor, su honor- cuyo conocimiento podría resultar muy provechoso a la hora de apreciar el maravilloso trabajo que la verdadera relojería comporta, y el inmenso valor añadido que ello aporta a cada pieza, elementos ambos que han de tener, como es lógico, su reflejo en el valor económico de tasación de cada reloj.
Obviamente, prefiero no dar el nombre, por cuanto he de ser respetuoso con las decisiones empresariales de cada uno. Pero la cuestión es que, tras contactar -gracias a los buenos oficios de este Grupo Editorial -con la Oficina de Prensa de la marca relojera, y aatender a sus indicaciones de realizar la solicitud en inglés y alemán, para facilitar el contacto, la desalentadora respuesta fue que dicha Marca no permite visitas a la manufactura, con la sola excepción de un breve acceso anual a la prensa, con ocasión del SIHH.
Bien, es muy respetable.
Pero pienso que, en los años que vivimos, poco hay que pudiera enorgullecer más a una marca de prestigio -aparte de los fríos números de la cuenta de resultados- que la satisfacción de abrir sus puertas y dar a conocer, a quienes tienen interés profesional que, luego, han de transmitir a sus clientes, los detalles de un trabajo exquisito y una excelencia acrisolada. Pero, en fin, "doctores tiene la iglesia".
Fernando Yandiola es abogado y director de Yandiola & Rodríguez, Asesores Empresariales, S.L.
