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Lapislázuli, el oro azul de los talibanes en Afganistán

jueves 09 de septiembre de 2021, 07:00h
Lapislázuli, el oro azul de los talibanes en Afganistán
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La ONG Global Witness publicó hace años un preocupante informe en el que denunciaba cómo los talibanes de Afganistán y otros grupos armados vinculados al ISIS controlan las importantes minas de lapislázuli al noroeste del país y estarían generando unos beneficios ilegales de en torno a los 20 millones de dólares anuales para financiarse
Afganistán tiene las mayores reservas mundiales de lapislázuli y la Organización pide que esta gema entre en la lista de los ‘minerales de conflicto’, ya que la región de donde se extrae está “totalmente fuera del control gubernamental”, aseguran.

Las minas de lapislázuli en la región de Badakhshan, en la frontera con Tajikistán, India y China eran hasta hace pocos años una de las zonas más relativamente ‘tranquilas’ del país hasta que los talibanes perdieron fuerza y se inició una violenta competición entre los diferentes ‘señores de la guerra’ locales.

La investigación de Global Witness evidencia también que las minas de esta región se han convertido en un objetivo estratégico para el autodenominado Estado Islámico, que ya contaba allá por 2016 con presencia en la zona, según la ONG. Todo esto, visto a toro pasado, provoca pánico, ya que Afganistán finalmente ha sido tomado por los talibanes a pesar de la presencia de tropas internacionales, generándose una vorágine de muertes y pérdida de derechos, sobre todo, para las mujeres. Y todo esto, financiado en gran parte por la explotación ilegal de minerales. ¿Estamos con el lapislázuli ante un conflicto mineral de tanta o más magnitud que con el coltán en África -con la guerra del Coltán en el Congo- o los diamantes obtenidos de formas poco éticas?

Comercio de lapislázuli en bruto en un 'mercado' de Kabul. Foto: Rahmat Gul

Y es que no deja de resultar contradictorio que, siendo esta una inmensa fuente de riqueza, “las minas producen una ínfima fracción del beneficio que debería repercutir en la riqueza del país, y se han convertido en cambio, en un foco de conflicto e inestabilidad que podría tener consecuencia globales” advierte el responsable del estudio, Stephen Carter.

Carter advierte al Gobierno local y a sus socios internacionales de que “a menos de que se actúe con rapidez, estas minas no sólo representarán una oportunidad perdida, sino una amenaza global para el futuro”.

De hecho hay algunas iniciativas desde el exterior, pero resultan insuficientes a juicio de la ONG. Estados Unidos ha invertido desde 2009 en torno a los 500 millones de dólares para impulsar el sector minero de Afganistán pero esta cantidad resulta inútil al no contar con un Gobierno local transparente y en el que reina la corrupción, que además no puede asegurar el control del país. Y ahora que los aliados han abandonado el país al ser tomado por los talibanes, esto parece más lejos que nunca.

Un hombre transporta un enorme bloque de lapislázuli. Philip Poupin

Pero quien puede tener la clave en normalizar la situación es China, interesada en ejercer su papel de moderadora entre las facciones enfrentadas del país, como potencia regional. Y sin embargo esta postura oficial contrasta con la realidad del mercado: El gigante asiático es el principal comprador de lapislázuli, por lo que directamente está financiando el rearme de los talibanes y otros grupos armados.

Una vez más, la realpolitik prevalece sobre las buenas intenciones.