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La historia de la piedra preciosa de origen español que ha coronado a Carlos III

El llamado 'rubí del príncipe negro' es en realidad una espinela roja de 170 quilates sin tallar, y se encuentra entre las más grandes del mundo

lunes 08 de mayo de 2023, 07:00h
La historia de la piedra preciosa de origen español que ha coronado a Carlos III
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Este sábado 6 de mayo Carlos III ha sido coronado en la Abadía de Westminster en un evento que no se produce desde que la Reina Isabel II recibió su corona en 1953 y en el que algunas de sus protagonistas indiscutibles han sido las 2.901 piedras preciosas que adornan la corona del Estado Imperial.

La pieza, compuesta por tres kilos de oro, cuenta con cinco rubíes, cuatro esmeraldas, 17 zafiros, 277 perlas y 2.783 diamantes engarzados, entre los que destacan el zafiro de los Estuardo y el diamante Cullinan II, de 317 quilates, también conocido como 'la segunda estrella de África'.

En el centro, sin embargo, se encuentra el llamado 'rubí del príncipe negro', una gema que ha sobrevivido a más de 700 años de historia. En realidad, y a pesar de su nombre, se trata de una espinela roja de 170 quilates sin tallar, que mide 5, 08 centímetros, por lo que se encuentra entre las más grandes del mundo.

Según informa El País, la joya llegó a Estados Unidos casi por azar cuando Pedro I de Castilla se hizo con ella en 1362 después de asesinar a Muhammad VI, el soberano nazarí de Granada conocido como el rey Bermejo. Según el canciller López de Ayala, entre sus ropajes encontraron "tres piedras balajes". Una de ellas es la que ha lucido Cralos III en su coronación.

La joya que coronó a la reina Victoria

Pedro I cortó la cabeza de Muhammad VI y la envío a la Alhambra pinchada en una pica. Aunque el rubí nazarí nunca regresó al Al-Andalus, tampoco estuvo mucho tiempo en posesión del monarca castellano, quien en 1366 la entregó a Eduardo de Woodstock la entregó como forma de pago por la ayuda prestada en una revuelta liderada por Enrique de Trastámara. Woodstock derrotó al hermano de Pedro de Castilla en la batalla de Nájera en abril de 1367, y regresó a Inglaterra con el rubí y con las dos hijas del rey castellano, Constanza e Isabel. La primera se casó con Juan de Gante, duque de Lancaster, y la segunda con Edmundo de Langley, duque de York.

La joya desapareció de los registros hasta 1415. Los Plantagenet, los Lancaster y los York le atribuyeron poderes divinos, basándose en una leyenda que aseguraba que esta provenía de las minas del rey Salomón, en algún lugar de África.

Sin embargo, aunque no ese sabe con certeza qué sucedió con el rubí durante la Mancomunidad de Inglaterra, ésta regresó a palacio cuando la monarquía fue restaurada en 1660. La reina Victoria la incorporó a una nueva corona del Estado Imperial hecha para ella por los joyeros y orfebres Rundell and Bridge, y la lució en su coronación, en 1838. Por ello, en el retrato oficial realizado por Sir George Hayter se puede ver claramente a la soberana inglesa luciendo la inmensa piedra roja.