El oro alcanzó un máximo histórico de 2.072.50 dólares la onza en agosto desde alrededor de 1.300 a mediados de 2019, su repunte más rápido desde las secuelas de la crisis financiera hace una década.
El repunte fue impulsado por los bancos centrales que respondieron a la desaceleración económica y al nuevo coronavirus recortando las tasas de interés e inyectando dinero en los mercados, lo que impulsó el oro al reducir los rendimientos de los bonos y aumentar la amenaza de inflación.
Desde entonces, los precios han caído a alrededor de 1.900 dólares a medida que los bonos estadounidenses retornan y el dólar se estabiliza y los inversores compraron menos lingotes. Sin embargo, muchos analistas siguen siendo optimistas.
El oro al contado promediará 1788 dólares la onza este año y 1.965 la onza en 2021, según mostró la mediana de los pronósticos arrojados por la encuesta de Reuters entre 42 analistas y operadores.
Con todo, se trata solo de previsiones. Si tenemos en cuenta las que teníamos a primeros de año, antes de la llegada de la pandemia, las predicciones eran de de 1.713 para 2020 y 1.800 dólares para 2021. “La poderosa combinación de tipos mínimos, la creciente demanda de coberturas de inflación y el potencial de un dólar más débil apuntan a mayores ganancias”, aseguran desde Saxo Bank.
Pero la débil demanda de joyas de oro, la reducción de las compras de los bancos centrales y la menor compra de los inversores podrían afectar los precios, exlicaba el analista del LBMA.