Hace pocas semanas nos dejó uno de los grandes maestros de la profesión: Alejandro Gayubo. Fue un hombre conocido y reconocido en el sector joyero, que abrió su taller hace más de 50 años y le imprimió el carácter de la más alta calidad a su producto.
Joyas no sólo bonitas, bien diseñadas o con buena materia prima, sino joyas de buen diseño y magnífica hechura, lo que hace que alguien sea realmente digno de llamarse joyero como artífice de la obra.
Llevó a la joyería a las alturas en un taller hoy reconocido por disponer de un proceso artesanal meticuloso que controla de principio a fin la producción. Como todos los grandes, no olvidaremos su nombre y mucho menos sus joyas cuya elegancia correrá a cargo ahora del buen hacer de sus descendientes, sus hijas.
Descanse en paz.
*Panegírico elaborado por la Asociación Española de Joyeros, Plateros y Relojeros (AEJPR).