Pero pongámonos en antecedentes. En noviembre de 2013 Sotheby`s sacó a subasta en su filial de Ginebra esta excepcional gema, calificada por el GIA como “el diamante rosa más perfecto jamás graduado” por ese laboratorio.
Se trataba de una piedra de un rosa fancy vívido, de color natural, catalogada como tipo IIa y sin inclusiones, con un total de 59,60 quilates y tallado en oval, que viene montado sobre un anillo de oro blanco.
Tras una intensa pugna el anillo cayó bajo el mazo por un total de 83,2 millones de dólares (77 millones de euros) que debía pagar su comprador, el lapidario judío neoyorkino Isaac Wolf. Pero poco tiempo después trascendió que tanto Wolf como los inversores a los que representaban no podían —o no quisieron— hacer frente a semejante suma.
Pero Sotheby’s si tuvo que hacerlo debido al acuerdo de precio garantizado que había firmado con el vendedor original del diamante. Así que en colaboración con las firmas Diacore y Mellen Diamond la casa de subastas desembolsó los 60 millones de dólares comprometidos con el propietario.
El anillo ha permanecido en la caja fuerte de Sotheby’s durante los últimos tres años y medio y está inventariado por una cantidad de 72 millones de dólares, que entendemos será el precio de reserva que la casa establecerá en la subasta de Hong Kong.
Estaremos a la expectativa el próximo 4 de abril para conocer si finalmente será un comprador asiático quien se haga con la preciada gema y, sobre todo, si esta vez cuenta con fondos suficientes para sacarla de la cámara acorazada de Sothebys.