Se trata de una pieza firmada por Cartier y valorada en unas 750.000 libras esterlinas (Unos 840.000 euros, al cambio actual). La razón de esta demora es el procedimiento habitual que esta institución sigue en casos como este, cuando desaparece alguna de los millones de referencias que posee el Museo. El anillo lo donó un particular y no se encontraba expuesto al público, sino en sus departamentos de documentación y conservación.
Tras denunciar a la policía la desaparición hace casi seis años, las investigaciones no han conducido a ninguna evidencia y, además del supuesto robo, se baraja la hipótesis de que la pieza pudiera haberse extraviado debido a un error en su archivo y se hubiese colocado en una zona que no le corresponde, por lo que podría aparecer en un futuro.
En el caso de que se tratara de una sustracción, los expertos en seguridad consultados por los medios británicos dan por “perdida” esta joya puesto que no es la primera vez que desaparecen para siempre de algún museo aquellas pequeñas piezas de joyería que no tienen un valor artístico destacable.