Los 800 stands dedicados a las gemas, joyas y maquinaria auxiliar registraron la visita de casi 20.200 visitantes, de los que más de la mitad proceden de fuera del país. Una cifra que ha supuesto este año un alza del 12% respecto a la edición anterior. Y eso que el encuentro de octubre es el ‘hermano pequeño’ de la cita con la joyeria en Estambul, pues la feria de marzo reúne cada año a más de 30.000 visitantes y mantiene unas tasas de crecimiento de dos dígitos.
Los principales visitantes extranjeros proceden de países del entorno y las legaciones extranjeras están encabezadas por Irán, Argelia, Líbano, Emiratos y Rusia, pero también viaja allí una importante representación europea, norteamericana y asiática. No en vano el apoyo institucional es clave y la Asociación de Exportadores de Turquía, una entidad formada por más de un millar empresas locales y que cuenta con el respaldo del Estado, patrocina el viaje a unos 1.000 compradores procedentes de todo el mundo según nos confirman desde la organización del evento.
Oro en los pasillos
Lo primero que sorprende al visitantes es la exquisita organización, homologable a la de cualquier otro evento joyero internacional de primera línea, y también el altísimo nivel de seguridad, pues tanto a la entrada al recinto, como al traspasar los pabellones, nos encontramos con detectores y la necesidad de mostrar la acreditación y el pasaporte.
Pero lo importante es el continente y, entre los stands --dominados por firmas turcas, pero también por empresas de Oriente Medio y un buen número de italianas-- podemos ver una mezcla de joyería con el recargado estilo oriental como podríamos esperar, pero también diseños perfectamente adaptados al mercado europeo en diseño y precios.
Entre los tres pabellones que ocupa esta feria (en la edición de marzo son cinco) también encontramos espacio para la plata, con interesantes diseños centrados en elementos naturales como la firma turca Bozya, o los de factura más contemporánea de las italiana Palmiero, o 935 de Roberto Bravo.
La feria dedica un sorprendentemente amplio espacio a la maquinaria para joyería pues, según nos explica el director de Marketing de este evento, Cen Funda, Turquía se está convirtiendo en una "potencia mundial en desarrollo de maquinaria y equipamiento dedicada a la confección de joyería (microfusión, mecanizado 3D, pulido, limpieza, troquelado, grabado...etc) con una tecnología de primera línea y a unos precios muy competitivos".
Precisamente Funda nos habla de la situación de la feria de joyería de Estambul como un "puente hacia los mercados de Oriente Medio y Ruso", especialmente, pero también hacia el resto del continente asiático. No en vano los organizadores de este encuentro lo son también del evento más importante del mundo hoy día, la feria de joyería de Hong Kong.
Los pasillos dedican también un espacio destacado a las piedras y sobre todo al diamante, con firmas turcas sobre todo, pero también indias e israelíes presentes. Como nos comentaba una destacada importadora de gemas de nuestro país, a la que encontramos sobre el terreno, "por supuesto el precio depende mucho de las calidades de las piedras, pero a similar nivel, podemos encontrar productos a un ooste bastante menor que en España".
Así ocurre también con el mercado de la joyería que nos encontramos en la feria aunque también hay que tener en cuenta que todo el mundo fabrica allí en oro de 14 quilates. Una calidad no muy extendida en nuestro país pero que "sería necesario empezar a plantear y mostrar en los escaparates", como nos indica otro de los joyeros españoles con los que tuvimos oportunidad de hablar en la feria.
Turquía es también uno de los grandes fabricantes mundiales de joyería semiacabada (preparada para engastar las gemas) y nos sorprendió gratamente la altísima calidad de los trabajos y de los acabados. Quizá este tipo de joyería está más destinada al mercado oriental puesto que los cuajados de piedras no son precisamente los productos más demandados en nuestro país. Pero los fabricantes están "abiertos a todo tipo de propuestas", como nos indicaba uno de ellos, con unos precios --nos dicen-- muy competitivos y "sin la necesidad de ir a China o Tailandia", asegura uno de estos fabricantes.
La feria joyera de Estambul es sin duda un buen sitio para visitar y encontrar oportunidades de negocio. Y aunque está situada a las afueras de esta megaorbe de más de 20 millones de habitantes, conviene estirar la visita para pasear al menos una tarde por el centro histórico de la que en su día fuera el centro del mundo y capital del Imperio Romano de Oriente. Pero esa es otra historia.