En su conjunto, la subasta cosechó un total de 47 millones de euros y vendió los 100 lotes que Sotheby’s sacó a la venta, multiplicando casi por siete las estimaciones totales de la casa que rondaban los 7 millones de euros. El 90% de los lotes sobrepasaron la horquilla prevista.
En el evento de ayer se vendía una amplia colección perteneciente a la Casa de Borbón y Parma, rama de la familia real española, y diez de los lotes formaban parte de la colección particular de la que fuera última reina de Francia, María Antonieta, antes de que la Revolución Francesa truncase su carrera –y su cabeza– en 1793.
Por su espectacular revaloración destaca entre las piezas un sello con las iniciales entrecruzadas MA (María Antonieta) que partía en una horquilla de entre 7.000 y 8.800 euros, pero que acabó cerrándose por un precio cercano a los 400.000 euros.
Y lo mismo ocurrió con un broche engastado en diamantes incoloros y con un diamante central amarillo en talla pera de aproximadamente 11,5 quilates, que pasó de una estimación al alza de 70.000 euros, a venderse en 1,8 millones de euros.
Unas pujas feroces que empujaron los precios de salida a límites poco vistos en los últimos años...
Las joyas de la reina que la infanta guardó
Aprovechando la celebración de esta espectacular subasta, el diseñador Gustavo Marinaro nos trae en su habitual sección del periódico El Secreto que toda Joya Custodia un repaso a la truculenta historia de estas joyas, que se salvaron del terror revolucionario jacovino para acabar pasando a manos de la casa de Borbón y Parma:
Por Gustavo Marinaro | María Antonia Josefa Juana de Habsburgo Lorena (1755-1793), más conocida como María Antonieta, nació archiduquesa de Austria y se convirtió en reina de Francia por su matrimonio con Luis XVI (1754-1793).
La hija de Francisco I del Sacro Imperio Romano Germánico (1708-1765) y de la emperatriz María Teresa de Austria (1717-1780) vivió el esplendor de una corte en decadencia cuando aún contaba con catorce años de edad y, si bien gracias a su frivolidad ganó de manera paulatina la antipatía de la corte y más tarde la del pueblo, en muchas ocasiones sufrió acusaciones injustas.
Sus excentricidades y gastos innecesarios mientras el pueblo pasaba hambre, le valieron apelativos como Madame Déficit, o Loba austríaca, hasta llegar a los más despectivos como L´autre chien ( la otra perra) como paranomasia de autrichienne (austríaca, en francés).
Parte de estas joyas fueron trasnmitiéndose por herencia familiar hasta llegar a manos de la que fuera infanta más longeva de España, Alicia de Borbón
Durante el período de su reinado y de manera paulatina se produjo la transición del Baroco al Rococó que en los años posteriores llegaría al resto de Europa. Compradora compulsiva, incrementó la colección con joyas creadas para ella, aunque sin embargo poco pudo disfrutar de ellas: la inestabilidad política, social y económica fue la simiente de la Revolución Francesa.
Con la monarquía abolida en 1792 y la familia real encarcelada en la cárcel del Temple, la soberana puso a resguardo parte de sus joyas enviándolas a Viena, a la corte de su sobrino el emperador. Con el trágico destino de la reina y su familia, después de ser juzgada y condenada por traición fue guillotinada en 1793.
A la izquierda retrato de María Antonieta, junto a un collar con diamantes que se vendió en Sotheby's por 750.000 euros, duplicando su valor estimado.
Nueva vida para las joyas
Y después de 225 años de aquél trágico acontecimiento parte de esas joyas vieron nuevamente la luz en una subasta que celebró la Sotheby´s el 14 de de noviembre en su sala de Ginebra.
Algunas de las piezas las podemos contemplar en el retrato que de Maria Antonieta realizó el pintor Jean-Baptiste Gautier Dagoty (1740-1786) donde podemos apreciar cómo realza la moda del momento con hilos de perlas en el peinado, plumas, cintas de seda y un soberbio broche de diamantes coronado con una perla.
Pero volvamos al truculento final de la realeza francesa en tiempos de la Revolución. La monarquía fue abolida en 1792 y la regia familia fue encarcelada en la Torre del Temple. Antes de partir al trágico destino que le esperaba, María Antonieta entregó parte de sus joyas al conde Florimond de Mercy-Argenteau (1727-1794) diplomático belga y hombre de confianza que las llevó a Viena.
Cuando Madame Royale, duquesa de Angulema (1778-1851), fue liberada por los revolucionarios, la acogió su primo el emperador Francisco II (1768-1835) quien le entregó las joyas que habían pertenecido a su madre.
Alicia de Borbón y Parma, en una imagen junto a la reina emérita de España
A partir de ahí parte de estas joyas fueron trasnmitiéndose por herencia familiar hasta llegar a manos de la que fuera infanta más longeva de España, Alicia de Borbón y Parma, que falleció el pasado 28 de marzo de 2017 a los 99 años de edad, llevándose consigo y de manera discreta el secreto que alberga toda joya.
A partir de ahora, tras la subasta de Sotheby's, serán otros quienes los custodien.