El comentario de mi amigo joyero fue: "Estoy pensando que no sé si el Gremio, o la Asociación Española, o quién, deberían organizar cursillos, para los compradores de joyas, sobre las características físicas de las piedras y los metales".
Como es natural, le pregunté qué es lo que quería decir con tan sorprendente propuesta formativa. Y me lo aclaro: "me refiero al hecho, y cada lo vez tengo más claro, de que los potenciales compradores de nuestro sector piensan que los artículos que vendemos son solubles en agua salada y que, si los llevan en sus vacaciones y se meten con ellos en el mar, pueden disolverse. Y claro está, no compran absolutamente nada en estas fechas".
Efectivamente, puede parecer una broma, pero lo cierto es que contiene una verdad intrínseca en su interior: La de que en estas fechas, el volumen de negocio resulta prácticamente inexistente, bien sea por la previsión de los clientes de que sus actividades vacacionales van a consumir una considerable parte de sus reservas económicas, bien por el hecho de que a estas alturas del año, y con el IRPF recientemente abonado, no es momento para meterse en los gastos derivados de la adquisición de determinados bienes que – por mucho que no nos guste oírlo– para la mayoría de ellos, sigue presentando características de "artículos de lujo", cuando no de cosas totalmente superfluas y no necesarias.
Y mientras no cambie esa manera de pensar, nuestra actividad seguirá en estado comatoso, durante los meses del estiaje veraniego. ¡Feliz Verano!
àFernando Yandiola es abogado y director de Yandiola & Rodríguez, Asesores Empresariales, S.L.