Tras una dilatada experiencia en el ámbito de la comunicación, ¿Cómo das el salto a la joyería?
No fue una cosa de la noche a la mañana; siempre he estado involucrada en el mundo de la artesanía ya que mis padres tienen en Mallorca una fábrica de vidrio que ahora va a cumplir 300 años y he estado directamente relacionada con estos materiales, con el color, que en el fondo tienen mucho que ver con las joyas. Después de estudiar y ejercer periodismo hice un master en publicidad y comencé a introducirme en el mundo de las marcas. Más tarde, casualmente fui a un viaje y a la vuelta le hice un collar a mi madre que despertó el interés de todo el mundo. Todo comenzó como un juego, y más tarde me fui entusiasmando y dándole vueltas a este proyecto hasta que en 2011 lanzamos la marca Coolook.
¿Cómo comienzas en un sector tan complejo y competitivo como el joyero?
En un principio no me preocupé mucho, primero fui de observadora, vi cómo se gestionaba todo esto. Me daba cuenta de que se vendían muchas piedras talladas, de una forma predeterminada, y luego simplemente se montaban. Ahí fue cuando pensé que quizá elaborando unas gemas con tallas propias sería la mejor forma de diferenciarme del resto. Porque al final si montas las piedras ya talladas es mucho más difícil hacer algo diferente. Todas las gemas que uso son naturales de la mejor calidad y la montura siempre está hecha de plata con baño de oro.
¿Llevas a cabo en ese momento algún proceso de formación en joyería o gemología?
No, simplemente ha sido la afición la que me ha llevado a familiarizarme mucho con el tema de las piedras, de las gemas. También he viajado mucho y creo que eso es lo que al final te da el conocimiento de las cosas. Yo hago los diseños y luego tengo el taller que talla y monta las piedras bajo mi supervisión.
¿Cómo defines tu joyería? ¿A qué tipo de cliente va enfocada?
No segmento por públicos, me parece que mis joyas deben ir a gente que les guste y las edades son muy amplias; desde personas muy jóvenes que acceden a diseños más sencillos, hasta otras edades con otro tipo de diseños que se van sofisticando. Sobre todo son personas a las que les gusta la moda y se preocupan por su imagen.
¿Cuál es el rango de precios con el que trabajas?
Tengo algunas piezas con precios que comienzan a partir de los 50 euros, hasta algunas de 1.500, pero la media se sitúa en torno a los 200 euros.
¿En cuántos puntos de venta estás presente actualmente?
Ahora mismo tenemos una tienda en Madrid, concretamente en la calle Barquillo, y otra franquicia que acabamos de abrir en Valencia. Luego tengo puntos de venta multimarca que suman unos 25, además de estar en cuatro centros de El Corte Inglés.
¿Tenéis también distribución en el extranjero?
Pues actualmente tenemos un distribuidor en Perú y ahora estamos ultimando con otra distribuidora en Buenos Aires y Uruguay, que se han entusiasmado con el producto. Lo cierto es que todo ha venido muy deprisa y, aunque planifiques una acción, de momento vamos a enfocarnos en Iberoamérica y no pienso en nada más, pero seguro que con el tiempo vendrá.
También tenéis venta online, un ‘caballo de batalla’ para la joyería por el tipo de producto, ¿qué tal está funcionando?
Están respondiendo muy bien, especialmente la gente que ya conoce el producto y sabe cómo trabajamos. Sí es cierto que es muy complicado que alguien que no conoce el producto acabe comprándolo. A la gente le gusta verlo, tocarlo, probárselo. Pero lo cierto es que es indispensable estar ahí para que la gente lo pueda ver, para que sepa que hay una respuesta inmediata cuando hay una consulta. Es un escaparate de primera línea.
Vemos que tus joyas las lucen personajes conocidos como la Reina Letizia o Isabel Preysler. ¿Es este uno de los secretos de tu éxito?
Definitivamente. Yo creo la expansión que ahora estamos teniendo es gracias a todo esto. Si no, es mucho más difícil que despuntes entre los demás. Por supuesto detrás tiene que haber una marca, un producto, una respuesta persona-lizada a cada cliente, pero el hecho de que se lo ponga alguien representativo, da credibilidad. Si ves que la Reina lleva en repetidas ocasiones una determinada pieza de joyería, te imaginas que debe ser buena.