Para ello voy a revelarles que, al parecer, nuestro sector se está convirtiendo en Trending topic entre un determinado segmento de nuestra sociedad.
Desgraciadamente, no se trata de la jet-set, ni del grupo de los inversores, ni del de los compradores de artículos de lujo, sino, lisa y llanamente, del selecto 'club' de los delincuentes. Sí, queridos, se habla de nosotros entre los amigos de lo ajeno - como si los leones de la sabana charlaran sobre sus presas - para generar un tráfico de información necesaria en sus respectivos negocios que, ¡ay! resultan ser los nuestros.
Hace unos días tuve la obligación, y el dudoso placer, de pasar por un centro penitenciario para entrevistarme con un cliente, puesto a buen recaudo por su, digamos, "alegría recaudatoria". Y sabedor de mis relaciones con nuestro sector (¡tranquilos, que él pertenece al subsector de la delincuencia financiera!), me comentó una curiosa charla entre 'profesionales' de los robos con fuerza en las cosas - léase, en este caso, aluniceros y reventadores de escaparates - que había escuchado en el patio carcelario.
El resumen de la conversación técnica era el de que "no vale la pena dar el palo en las joyerías, sino que es mucho mejor dedicarse a las ópticas, las perfumerías y, sobre todo, las tiendas de telefonía móvil". Las razones aducidas eran que los joyeros "están todos tiesos así que lo que se puede pillar vale poco y, además, no hay manera de colocar los artículos a nadie, porque como los peristas no tienen un duro, o no te pagan o te ofrecen una miseria".
Les juro que no se si sentirme aliviado por lo que implica de posible relajación de la inseguridad que nos corroe, o aterrorizado por el hecho de que pueda ser cierto el diagnóstico microeconómico de quienes, si algo hacen bien, es tomarle el pulso a la economía de calle.
Fernando Yandiola es abogado y director de Yandiola & Rodríguez, Asesores Empresariales, S.L.