Futuro imperfecto

Desde entonces y hasta ahora que ya no preciso visitar con frecuencia la peluquería por motivos obvios, se ha mantenido unas veces más y otras menos la incertidumbre y el pesimismo.

El hecho de que tratemos con un bien suntuario hace que su comercio sea especialmente sensible a cualquier influencia externa. La actitud de los comerciales nos da una pauta de cómo pita el asunto. Ya sabemos que un buen representante nos llega con una sonrisa de oreja a oreja y algunos dando un apretón de manos a pique de romperte el escafoides.Pero si es viejo conocido en cuanto lleva un rato de charla baja el tono y nos confiesa lo desanimado que está.

Puestos a buscar argumentos los he escuchado de todo tipo. Desde la climatología, si hace calor porque la gente se gasta el dinero en irse a la playa, si truena porque con este tiempecito a ver quién va a salir de compras hasta el precio de los metales, pasando por el dólar, el petróleo,el paro, la bolsa… una letanía de penalidades que terminan por afectar a la caja registradora y por lo tanto a la hoja de pedidos. Pero lo novedoso del momento actual es la incertidumbre en el futuro político.

Desde la atalaya de mi mostrador tengo la impresión de que la mayoría nos encontramos en un callejón entre el hartazgo por la corrupción conocida y el pánico por lo que se nos pueda venir encima. Hace unos días un cliente en un momento de sinceridad me rogó que le dijera a quién pensaba votar, simplemente para ver si le aclaraba las ideas. Lamentablemente tuve que confesarle que yo estaba tan atarugado como él.

Se agradecería alguna sugerencia mínimamente ilusionante.

Enrique Orozco es gemólogo. Socio de AETA y vocal de Comunicación.