Las razones que se alegan son, con mayoritaria fundamentación, las basadas en el concepto de la incertidumbre económica, y en la volatilidad y vulnerabilidad de los mercados financieros, que convierten al oro en un refugio "seguro" para inversores.
Claro que, por otro lado, leemos que los "gurús" de la economía sectorial vaticinan que la posición alcista del metal noble es insostenible, dado su carácter etéreo, no sustentado en razones materiales, por lo que auguran una pronta caída del oro a sus valores tradicionales.
Bien, todo eso está muy bien en los periódicos. Pero preguntémonos cuál es el efecto, real, en nuestros pequeños comercios de Joyería: y veremos que la trascendencia efectiva no es tan excesiva. Qué duda cabe que, si tenemos que comprar artículos de oro para reponer nuestras existencias, el sobreprecio del metal supondrá que tendremos que pagar más.
Pero no es menos cierto que, al día actual, la mayoría de nuestros lectores disponen de un stock de piezas que hace que los niveles de compra para reposición no sean excesivamente altos (!ya nos gustaría quedarnos sin existencias por haberlas vendido todas, y tener que reponerlas!).
Aún así, hay una reflexión que sí es necesaria: al igual que pasa con los carburantes, en nuestras compras de oro: ¿todas las variaciones de precio nos son repercutidas siempre y pronto, o esto solo pasa con las alzas del precio, pero no con las caídas del mismo?
Pues si ocurre así, nuestro problema no es el oro, sino los intermediarios que nos lo venden y se lucran especulando.
Fernando Yandiola es es abogado y director de Yandiola & Rodríguez, Asesores Empresariales, S.L.
