Y es que el pavo real fue una figura recurrente a caballo entre el siglo XIX y el XX, debido a su magnético colorido y su plumaje ostentoso. En las culturas persa y babilonia este animal se representaba a menudo como símbolo de fidelidad, y así lo entendería el joyero parisino Gustave Baugrand cuando decidió crearlo, en torno a 1860.
Los diamantes fueron el centro de las pujas. Y los asistentes apostaron fuerte por las piedras de más de cinco quilates, con significativos aumentos del precio de partida. De hecho, el segundo lote mejor vendido fue un anillo de oro con un diamante de 8,02 quilates que superó los 87.000 euros, pese a que su estimación inicial era de 14.000 euros.
La joyería de 'marca' también obtuvo buenos resultados en la subasta, como el brazalete de oro de Van Cleef & Arpels, que se vendió finalmente por 22.000 euros, o unos pendientes de diamantes firmados por Cartier, con 27.800 euros.
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