www.goldandtime.org

Hoy recordamos...

Tasando tesoros: Cruz de Malta del siglo XVIII

viernes 19 de abril de 2019, 07:00h
Alicia de Vildósola.
Ampliar
Alicia de Vildósola.
Por Alicia de Vildósola | Cuando un cliente te pide que hagas una tasación, pone en tus manos la responsabilidad de poner en valor, según las circunstancias, una serie de joyas. Cada caso es diferente, según la necesidad del cliente que puede ser de cualquiera de los niveles de mercado. Para un seguro, juzgado, herencia, subasta, etc..
La Cruz de Malta enviada a tasar a Alicia de Vildósola, de la Asociación Española de Tasadores de Alhajas.
Ampliar
La Cruz de Malta enviada a tasar a Alicia de Vildósola, de la Asociación Española de Tasadores de Alhajas.

Hacer una tasación implica una gran responsabilidad para quien la realiza. Por ello debe ser una persona formada para ello, independiente de cualquier transacción de compra o venta de las joyas. La ética tiene que ser el primer objetivo. No se puede comprar ni vender lo que se tasa.

De vez en cuando un cliente te pide que hagas una tasación de alguna pieza especial. Este es el caso de una espectacular Cruz de Malta, joya heredada de sus antepasados y concretamente de un Gran Maestre de la Orden.

La Orden desde su fundación ha tenido 79 Grandes Maestres y D. Ramón Despuig y Martínez de Marcilla ocupó el número 67 de 1736 a 1741. En los archivos (The Sovereign Military Order of Malta, Rome) su nombre aparece como Raymond Despuig.

El nacimiento de la Orden se remonta aproximadamente al año 1048. Un grupo de mercaderes construyeron en Jerusalén una iglesia, un convento y un hospital para asistir a los peregrinos de cualquier fe o raza. Con el tiempo, la Orden adoptó la cruz octogonal blanca que sigue siendo hoy día su símbolo.

Insignia de la Orden

Por tradición oral, es considerada por sus dueños como la cruz con la que se invistió a Ramón Despuig y Martínez de Marcilla Gran Maestre de la Orden de Malta según figura en los archivos italianos. Así aparece representado en la pintura realizada en 1737 por Henry Regnaud.

A su entrada en la Orden, el caballero de San Juan tomaba el hábito con obligación de llevarlo en las ocasiones oficiales. La prenda iba ornada con una gran cruz blanca cosida sobre el pecho y un manto con la cruz más pequeña sobre el hombro izquierdo.

En el siglo XVI la cruz distintiva en tela va cambiando por otra pieza colgante: una cruz de oro y esmalte blanco, con o sin flores de lis, que se llevaba colgada del cuello con cadena o una cinta de muaré.

La cruz de Malta fue insignia de la Orden desde mucho tiempo antes de su instalación en la isla (1530). En España, durante el siglo XVII, estas insignias denominadas veneras, hábitos o encomiendas, eran no solo testimonio de la ‘limpieza de sangre’ de su portador, sino que también indicaba la pertenencia a una determinada Orden militar, exclusiva solo de la nobleza.

Derivadas de los emblemas textiles y de gran sencillez al principio, a lo largo del siglo XVII y la centuria siguiente fueron enriqueciéndose con marcos que progresivamente fueron ganando en riqueza y prestancia, por medio de filigranas o diversos diseños con piedras preciosas y esmaltes, pendiendo de un lazo o un botón a juego. En ocasiones el reverso estaba también esmaltado.

Al final del siglo XVIII algunos retratos nos muestran que estas joyas se lucían sobre el pecho colgadas de una cinta, normalmente de seda, si bien en algunos casos llegaron a sustituir-se por piezas metálicas.

Muchos nobles baleares ocuparon cargos de responsabilidad en la Orden. Cabe destacar la amplia expansión que las cruces de Malta tuvieron en tierras mallorquinas, donde algunas se enriquecieron con esmalte ‘a la francesa’ y diamantes. Su influencia fue tal que se extendió incluso a la joyería femenina.

Una pieza excepcional

La que nos enviaron a tasar es una pieza similar a las dibujadas en el libro II de Les Passanties de Barcelona. (D. Murray y A. Pascual, 1992, p. 72-77). Se trata de una cruz excepcional, de manufactura desconocida. Joya de dos caras diferentes, que perfila los ocho ángulos agudos de la cruz, con perfil curvo y asa para colgar de una cadena.

El frente con pedrería y de engastes cerrados, cubierto por 34 diamantes en tallas tabla cuadrada y rectangular y 42 en talla rosa, con un peso total estimado de 82 ct, de una pureza VVS y color F/G, engastados en bocas alzadas a bisel, con talcos posteriores y de tamaño menguante hacia las puntas de los brazos, de vértices muy agudos.

El reverso es una cruz de Malta esmaltada en blanco sobre base de oro y con los espacios intermediosdecoradoscon flores en esmalte francés a la porcelana, coloreadas con rosa, celeste y negro.

Las dos caras de factura maciza van ensambladas mediante pequeños tornillos. El remate es un asa con un diamante de talla cuadrada, con sección de media caña.

Aunque no daré su nombre por confidencialidad, doy las gracias al propietario de la Cruz de Malta por su autorización para publicar este artículo.

Alicia de Vildósola es gemóloga, tasadora y miembro de la Asociación Española de Tasadores de Alhajas.