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ART&VALUE | ERIKA JUNGLEVITZ

Glashuette y su Museo de Relojes: La fascinación por el tiempo

La antigua ciudad minera, situada en la región de Sajonia, es la sede alemana de la industria de la alta relojería

jueves 29 de octubre de 2015, 11:35h

Siguiendo con mi relato de un viaje por la vieja Sajona y cogiendo la carretera desde Dresde hacía la frontera con Chequia después de un pequeño desvío nos encontramos con el pueblo de Glashuette, famoso por su manufactura de la maquinaria de relojes. Allí están ubicadas las fábricas de de A. Lange & Söhne, Nomos, Glashütte Original, Mühle-Glashütte , Hemes, Bruno Söhnle, SUG Glashütte, Union Glashütte o Wempe.

Glashuette y su Museo de Relojes: La fascinación por el tiempo

Pero lo que a mí me interesaba, dada mi deformación profesional de formadora, era el fascinante Museo de Relojes, echando de menos durante mi visita la compañía del maestro Ontalva. El museo abrió en 2008 y en el se pretende presentar la historia de la fabricación sajona de relojes, desde el año 1845 hasta la actualidad, convirtiendo una antigua zona de minería en un representante de alta tecnología.

El edificio instalado en la antigua Escuela Alemana de Relojería fundada en 1868 por Moritz Grossman. Hay dos niveles con unos 1000 m² de superficie de exposición y  en ella podemos encontrar más de 400 diferentes relojes como de péndulo, de bolsillo, de pulsera, cronómetros marinos de diferentes épocas, herramientas y bancos de trabajo, documentos históricos y patentes, asi como diferentes modelos astronómicos y metrónomos.

Interesante también es la exposición con los  contenidos didácticos de la antigua escuela, las herramientas y las orlas de las antiguas promociones de oficiales que salían una vez haber concluido su aprendizaje, empezando en 1845 con la formación de 15 aprendices y solamente interrumpido durante las dos guerras mundiales, aunquer desgraciadamente cerrado definitivamente después de la reunificación alemana.

Contemplando las piezas y las fotografías, podemos revivir la edad de oro de la relojería alemana, logrando que sus relojes rivalizaran con los afamados suizos del Valle del Jura.

Las fotos adjuntas, son una pequeña muestra de algunas de las maravillas que se pueden contemplar en este Museo, animando a todos de perderse algún día por estos rincones todavía tan desconocidos y no tan lejos de las rutas turísticas establecidas.

Erika Junglewitz es la presidenta de AETA