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FORMACIÓN en Diseño y Modelado 3D by Studio Chesco (III)

La revolución de la impresión 3D en joyería
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La revolución de la impresión 3D en joyería

Chesco Díaz nos cuenta la evolución meteórica de esta tecnología

miércoles 22 de julio de 2020, 07:00h

Por Chesco Díaz | Las primeras impresoras para joyería surgieron hace más de 20 años. Imprimían en cera por capas pero el material era frágil. Eran muy costosas, lentas, muy delicadas y necesitaban que el usuario fuese también técnico de la máquina. El resultado, eso sí, era una cera que fundía sin ningún tipo de problemas. Suena a pesadilla... pero quien tuvo una de esas, sabe de lo que hablo.

En aquél momento eran muy populares también las fresadoras, mucho más económicas que las impresoras, robustas y duraderas, que permitían tallar ceras, las mismas que se utilizan en el banco de trabajo, y otros materiales, algunas incluso permitían cortar metal, pero realizar piezas vaciadas en cera era muy complejo, y finalmente, requerían que la persona que manejaba la máquina tuviera unos conocimientos técnicos muy elevados si quería realizar trabajos complejos. En un tiempo en el que la información no fluía como hoy en día, como podréis imaginar, lo que hacía que las máquinas funcionasen era el tesón de la persona que las manipulaba con el método ensayo/ error…

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Hacía el 2004 comenzaron a comercializarse las primeras impresoras de tecnología DLP para joyería, basadas en la curación, o endurecimiento, de una resina en estado líquido a partir de una luz Ultravioleta. Está luz se proyecta a partir de un proyector, y va construyendo capa a capa nuestra pieza, pegando unas a otras. El resultado era una pieza que a simple vista parecía un plástico. La resolución de la impresión era muy buena, pero el principal problema venía en la fundición. Los materiales eran difícilmente fundibles, y conseguir los revestimientos adecuados era muy difícil, pues no se distribuían fácilmente.

Tres pasos del mismo anillo impresos con la máquina Asiga Max X. El modelo en cera roja está realizado en el denominado material superwax

Ya sobre 2009 surgió una impresora de cera de producción masiva, con un precio fuera del alcance del pequeño usuario, pero que permitió que surgieran las primeras empresas de impresión 3D en España que empezaron a dar un servicio importante a las empresas y joyeros. Fue un cambio sustancial que hizo que muchos profesionales se volcaran en la impresión 3D, aunque fuese subcontratada.

Paralelamente surgieron más propuestas a nivel de impresión con tecnología SLA (Estereolitografía) que es similar a la tecnología DLP y utiliza también resinas para imprimir, pero que en vez de utilizar un sistema de proyección para solidificar la imagen de la capa, lo que hace es utilizar un láser, para solidificar la resina. La investigación en torno a las resinas fundibles, permitió obtener los primeros trabajos de calidad en fundición, con gran esfuerzo.


Las redes sociales han influido en gran medida para compartir el conocimiento, por lo que nos encontramos en un momento de ebullición en la impresión 3D sin precedentes y muy excitante


El punto de inflexión

Aproximadamente en 2014, ocurrió un hecho que cambio totalmente el rumbo de la impresión 3d en general: Caducaron las patentes de las impresoras 3D. Eso hizo que el mercado se liberarizara, y que surgieran muchas pequeñas empresas formadas por ingenieros que construyeron sus propias impresoras. La gran mayoría de ellas, por no decir casi todas, estaban basadas en la tecnología DLP o SLA. Esto se debía básicamente porque son máquinas más económicas para producir, rápidas, y con una resolución de pieza bastante aceptable en la gran mayoría.

En los últimos años, el desarrollo de resinas fundibles se ha incrementado exponencialmente y ha hecho que en la actualidad existan diferentes fabricantes que han logrado productos con muy buen resultado, siempre y cuando se sigan las especificaciones de fundición recomendadas por el fabricante, utilizando un revestimiento adecuado y cambiando la rampa de quemado.

En el 2017 empezaron a aparecer las primeras impresoras que utilizaban una tecnología nueva para la impresión en resina: LCD. Esto permitía proyectar la imagen de la capa de la impresión a través de una pantalla como la de un móvil, lo cuál reducía exponencialmente el precio de la impresora. Es por ello, que en la actualidad, vemos tantísimas impresoras de resina que provienen en el 90% de los casos del mercado chino y que son tan infinitamente baratas.

Como alguno ya imaginará, un producto de buena calidad no puede ser el más barato. Además los LCD son perecederos, lo que hace que la calidad de la impresión mengüe según va pasando el tiempo. No obstante, están permitiendo que muchos profesionales y amateurs tengan su propia impresora 3d, que sean capaces al menos de ver que es lo que diseñan en el programa de modelado, y a partir de ahí, puedan realizar los cambios pertinentes.

Las redes sociales, han influido también en gran medida para compartir el conocimiento de materiales, resinas, parámetros de máquinas, y un largo etcétera. Por lo que nos encontramos en un momento de ebullición en la impresión 3d sin precedentes, muy excitante y que sin duda hace que el sector avance en masa en este sentido.


Tenemos máquinas por 200 euros y otras por 50.000. Si se tratara de una bicicleta, no habría ninguna duda en que la bicicleta de 100 euros no dará el mismo resultado que la de 5.000, en cambio en las impresoras se plantea esa duda


El precio, ¿el factor diferenciador?

Ahora bien, dicho esto, a nivel profesional, es obvio que en este momento la oferta de máquinas es enorme y puede llevar a una gran confusión pues la disparidad de precios es también muy grande. Tenemos máquinas por 200 euros y otras por 50.000. Si se tratara de una bicicleta, no habría ninguna duda en que la bicicleta de 100 euros no dará el mismo resultado que la de 5.000, en cambio en las impresoras se plantea esa duda... curioso.

Además, la gran cantidad de información que tenemos hoy en día ejerce un efecto contrario al que deseamos y aumenta la confusión. Generalmente en internet no hay filtro y se confunde la opinión, con la información.

Es por ello que lo importante muchas veces no es comprar una u otra máquina, sino confiar en un consultor que haya testeado las diferentes técnicas y máquinas, las resinas, haya probado el producto y hable desde la experiencia. Esa va a ser la diferencia entre que un producto funcione, o lo tengamos que hacer funcionar nosotros, como hace 20 años.

La tecnología en 20 años, sin duda ha evolucionado. Son los mismo años que llevamos en el 3D y sus afines. Los productos que ofrecemos desde Studio Chesco han estado testeados desde la practica diaria. Asesoramos a profesionales y empresas en impresión 3D representando en España las impresoras Asiga, que utilizan tecnología DLP. Materiales para la impresioón como Superwax (exclusivo para Asiga) no requieren ningún tratamiento específico y funden exactamente como la cera.

Más información sobre los programas de formación de Studio Chesco, en este enlace. Para cualquier consulta relacionada puedes escribir a [email protected]


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