Después de alcanzar los 1.734 dólares el pasado martes, su mayor valor en más de siete años, el precio del oro cerraba ayer en torno a los 1.714 por la “recogida de beneficios de los inversores” apuntan las principales agencias de calificación, pero ya hay numerosas voces que apuntan a una subida nunca vista en el precio del metal: Hasta los 2.000 dólares a final de año teniendo en cuenta la volatilidad del mercado debido a la pandemia del Covid-19 y a la inflación producida por la inyección monetaria de los Bancos centrales.
Malas noticias para la joyería. Todo apunta a que el metal precioso enfila ya el camino para superar su máximo histórico, los 1.837 dólares por onza que alcanzó un 25 de julio de 2011, en la cúspide de la crisis financiera internacional que arrancó en 2008 con la caída de Lehman Brothers y que ya queda como algo lejano y minúsculo comparado con la que se nos viene encima, pues desde instituciones como el FMI ya apuntan a una debacle económica global no vista desde el Crack de 1929.
El Fondo Monetario Internacional advirtió el martes que la pandemia de Covid-19 ralentizará el crecimiento económico global al más lento desde la Gran Depresión de la década de 1930. El FMI pronostica -6,6% de contracción económica para las economías avanzada, aunque también prevé que este crecimiento del PIB volvería al 5,8% en 2021.
De hecho, el Consejo Mundial del oro también apunta a que los precios rondarán los 2.000 dólares debido a la inflación prevista por las medidas de estímulo y la "impresión de papel moneda" para generar liquidez en la economía: "Con la Fed (Reserva Federal de EE.UU) llevando las tasas de interés a cero en el futuro previsible, el oro podría funcionar bien, ya que tiende a tener un rendimiento superior durante los ciclos de relajación", dijo el Consejo.
"Las políticas de estímulo fiscal multimillonarias para combatir el impacto económico de covid-19 podrían resultar inflacionarias, un desarrollo que también podría respaldar los precios del oro a largo plazo".