Entre las ‘amenazas’ que se ciernen sobre esta Industria destacan por encima de todas el mercado de los viajes como paradigma de ‘experiencia total’, que es el objetivo más perseguido por los consumidores actuales, especialmente entre los jóvenes y los de mediana edad.
Para paliar esta seria competencia los productores de diamantes barajan varias estrategias que centran su foco en el aumento de la inversión en un marketing dedicado a ‘narrar historias’ que den un valor añadido a las joyas.
Y muchos se preguntarán, con razón ¿Pero qué es eso de contar historias? Precisamente en la Edición del pasado mes publicábamos una reseña del libro ‘Joyería Narrativa: Cuentos desde la caja de herramientas’, del británico Mark Fenn, en el que destacaba el trabajo de más de 200 diseñadores, entre ellos algunos españoles.
La joyería narrativa está generalmente asociada a unos diseños de tipo más artístico y eso puede reducir el mercado al que se dirige pues no todo el público está preparado ––o educado–– para comprenderla. Pero esto no tiene porqué ser necesariamente así.
La joyería que transmite historias puede ser también la más tradicional porque la historia no tiene porqué estar contenida en el propio objeto, sino también en los materiales que se emplean, o en lo que el propio autor quiere transmitiren ese momento.
Hay joyas que hablan de solidaridad, de sostenibilidad, de compromiso social... por ejemplo empleando metales como el oro ‘Limpio’. O no empleando gemas de procedencia dudosa, como el reciente anuncio de Cartier ‘boicoteando’ los rubíes procedentes de Birmania debido a los graves abusos que se están cometiendo en el país.
Todo objeto es susceptible de transmitir una sensación, una experiencia, una historia... sólo es necesario detenerse a buscarla.
Que les sea útil. Ese es nuestro mayor interés.
