La extracción de gemas en el país más poblado de África siempre ha sido dura y arbitraria, dominada por una
amplia presencia de la minería artesanal a pequeña escala. De hecho, no era raro hasta hace poco que los propios pastores locales llevaran a la ciudad llamativas piedras de color encontradas por casualidad, para ver si podían obtener algo de dinero con ellas.
No obstante, el gemólogo y representante de la
Asociación Internacional de Gemas de Color (ICA), Godfrey Uche Nwadique, se muestra optimista con el rol que la producción del país está jugando en el mercado internacional, aunque aún queda mucho trabajo por hacer.
Falta de control e inversiones
El problema es que no existe un mercado oficial para las piedras de color en el país, ni se tiene registro de la producción o de las reservas de piedras preciosas. En realidad, debido a la poca información y a la carencia de un marco legal adecuado, la inversión extranjera es prácticamente inexistente.
Y sin embargo la materia prima existe y es de calidad. El Instituto Gemológico de América (GIA) efectuó el año pasado un análisis en una nueva mina de zafiros y los resultados fueron concluyentes: no sólo los ejemplos eran de gran calidad en términos de color y claridad, sino que
las piedras encontradas rondaban entre los 100 y 300 quilates en bruto.
El objetivo ahora es poner orden para que la producción minera del país se modernice. El nuevo Gobierno nigeriano ya ha anunciado inversiones para crear un mapa de los yacimientos y analizar el potencial productivo. Para ello cuentan con el apoyo del Banco mundial y también con la iniciativa privada: Recientemente los antiguos mineros tradicionales se están uniendo para mecanizar su producción y aumentar así su eficiencia.