Este tipo de violencia supone anualmente cuantiosas pérdidas económicas pero también emocionales y de calidad de vida en sus víctimas. No en vano, el Tribunal Supremo, sensible a este hecho, hace constar en sentencia de 17 de junio de 2008 que “el riesgo de atraco es un riesgo laboral porque se sufre por los trabajadores con ocasión del trabajo y supone la posibilidad de que los mismos sufran un determinado daño, enfermedades, patologías o lesiones”. Entre las lesiones psíquicas más frecuentes encontramos el conocido Trastorno por Estrés Postraumático, una patología grave que precisa tratamiento especializado.
El cuadro puede aparecer tras experimentar, presenciar o escuchar acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para la integridad física de la víctima o la de los demás y se caracteriza por la presencia de un estado de alerta continuo o hipervigilancia que dificulta el sueño y la concentración, síntomas de reexperimentación, pensamientos intrusivos, pesadillas y/o flashback en los que la persona revive el acontecimiento traumático con angustia, y conductas de evitación mediante las que se aleja de todo aquello que recuerde a lo sucedido.
Esta sintomatología interfiere significativamente en la vida de la persona y dificulta su normal funcionamiento personal, social y familiar. También es posible la presencia de trastornos adaptativos, ansiedad, depresión, problemas psicosomáticos, familiares, sexuales y en las relaciones laborales. Lesiones psíquicas tan o más incapacitantes que las físicas. Por este motivo, el atraco es considerado un riesgo laboral para los profesionales de la joyería entre otros sectores.
En este sentido el Criterio Técnico N 87/2011 del Ministerio de Trabajo establece claramente el riesgo laboral derivado del atraco y otras modalidades delictivas afines e insta a los empresarios al deber de proteger a los trabajadores frente al mismo, estableciendo en el Plan de Prevención todas las medidas reparadoras y preventivas necesarias para garantizar su seguridad y recuperación en caso de ser victimizados. Contempla además, como riesgo para la salud mental del trabajador, el temor a sufrir un atraco porque el miedo a ser victimizado es capaz de generar daño por sí mismo. La información, la formación y el apoyo psicológico, plantea, son herramientas imprescindibles en esa labor de prevención.
El menoscabo en la salud de los trabajadores derivado del riesgo laboral por atraco puede suponer también para el empresario alteraciones en el buen funcionamiento de su negocio y pérdidas económicas añadidas. Las posibles bajas laborales y reducción en la calidad del servicio prestado a los clientes por el estado de alerta continuo ante el miedo a la victimización advierten de los beneficios de atender adecuadamente una demanda fácilmente abordable si apostamos firmemente por la prevención en materia de seguridad, informamos y formamos a los trabajadores para hacer un uso eficaz de esas medidas y facilitamos orientación y asistencia psicológica para manejar el estrés inherente a su puesto de trabajo.
Por último, recuerde que la victimización es una experiencia superable. Solicite ayuda si presenta la sintomatología descrita anteriormente. Es posible sentirse de otra manera.
Susana Laguna
Psicóloga y Criminóloga, experta en atención a víctimas de delitos violentos en la firma Psicopericial.
