A pesar de que David Webb falleció en 1975, su marca continúa más viva que nunca y la actual casa joyera que lleva su nombre sigue recuperando bocetos originales que el prolífico diseñador dejó en unos archivos cargados de color en los que destacan materiales como la turquesa, el jade, el coral y también los rubíes y esmeraldas.
La joyería de Webb es rotunda, con un gran cuidado de las formas y de los volúmenes, y casi siempre elaborada con oro amarillo y piedras de color, como denominadores comunes. Sus diseños contienen también ese aire clásico y cosmopolita que poseen los amantes del arte clásico: El Museo Metropolitano de Nueva York fue uno de sus principales inspiradores y las colecciones de la antigua Grecia, Roma, Egipto, o las culturas precolombinas estarían presentes en sus diseños a lo largo de su vida.