"Servidor pertenece a la generación de españolitos que cursó el bachillerato en los sesenta. Por razones que se me escapan, el idioma extranjero que se estudiaba, sobre todo en colegios de religiosos, era el francés. El método de enseñanza era el típico de la época: vocabulario, gramática, traducciones, escasa comprensión auditiva y nulo nivel de conversación..."
Con esos mimbres fuimos a la Universidad, donde era obligatorio durante un solo curso asistir a clases de inglés a razón de una hora a la semana. Era lo que se denominaba una asignatura María, que había que ser muy torpe para suspender.
Cando caí en la cuenta de que para mi profesión necesitaba manejarme en inglés ya tenía encima una familia, un trabajo y una hipoteca. Ahí empezó la peregrinación de academias, profesores particulares, escuela oficial de idiomas, cursos por correspondencia, etc. Mucho tiempo, esfuerzo y dinero para lograr un nivel básico que me permite al menos comunicarme con clientes y proveedores.
Soy consciente de los puntos que calzo; que me cuesta Dios y ayuda entenderme por teléfono y que unos meses sin practicar suponen un retroceso importante, por eso cuando veo anuncios del tipo: el inglés en mil palabras; inglés sin esfuerzo..., y similares me da la risa floja.
Y no pasa sólo con los idiomas. Encontramos ofertas educativas de lo más variopintas. La fiebre alcanzó a la gemología hace tiempo y ahora a las tasaciones, con el señuelo añadido de encontrar trabajo como perito judicial y online, sin mover el trasero del sillón. Los esquemas publicitarios se repiten haciendo hincapié en "el método".
Con nuestro método usted hablará inglés desde el primer día, de manera natural, igual que los nativos. Con nuestro método usted realizará tasaciones de joyas desde el primer día, con el puntero del ratón convertido en varita mágica. ¡Apúntese hombre! La vida es bella y qué bonito es el amor visto desde un aeroplano.
Enrique Orozco es gemólogo. Socio de AETA y vocal de Comunicación en su Junta Directiva.
