La muestra destaca las maravillas relojeras de la Manufactura Jaeger-LeCoultre desde su origen en 1833. "En un ámbito tan preciso y exigente como la relojería, la evolución de las técnicas y de los principios se lleva a cabo, con frecuencia, a través de inventos importantes o de revoluciones espectaculares. Pero las mutaciones o la mejora de los sistemas existentes, los que por lo general son muy antiguos, pueden aparecer continua y discretamente a lo largo del tiempo y de las innumerables horas que los relojeros emplean en sus bancos de trabajo. A pesar de que Antoine LeCoultre empezó su actividad rodeándose de muy pocos artesanos, actualmente se requieren 180 conocimientos específicos para la concepción y la realización de los relojes Jaeger-LeCoultre", se explica desde la marca.
Ubicada en el corazón de la Manufactura, en el edificio histórico, la Galería del patrimonio de Jaeger-LeCoultre presenta su nueva exposición temporal en un entorno moderno y dotado de las características funcionales del siglo XXI, aunque su espíritu continúa evocando al de 1833, cuando Antoine LeCoultre instaló su primer taller de relojería. "Se ha reconstituido un taller que reúne dos bancos de trabajo con distintas herramientas de época. Los planos de trabajo están naturalmente posicionados detrás de las ventanas para que los relojeros puedan aprovechar al máximo la luz natural. Cada banco de trabajo está dotado de un quinqué, la lámpara de petróleo tradicional que los relojeros empleaban antes de la llegada de la electricidad", expone la nota de prensa de la muestra.
