Se trata de piezas que destacan por el uso de coral y lapislázuli mezclados o de combinaciones de ónix y malaquita, como apuntan desde la firma de compraventa de alta joyería, Circa. "Son joyas que no están muy recargadas de diamantes, pero que pueden llevarse perfectamente de un modo informal, vistiendo vaqueros, por ejemplo”, explica la directora de su oficina en Madrid, Marta Eizaguirre.
Ejemplo de estas piezas son las que Aldo Cipullo, reconocido por ser el autor de la Love Bracelet, elaboró para Cartier desde finales de los 60 y hasta mediados de los 70, u otras de firmas prestigiosas como Tiffany.
Sin embargo, apostar por una joya esperando que se 'revalorice', es "más un arte que una ciencia", como explica la responsable de la oficina de Circa en Barcelona Rosa Tomás. "Un collar de coral, nefrita y enlazado en oro que en el año 1973 costó 2.500 dólares, puede valer hoy en día cerca de 10.000 dólares”.
Sin embargo no hay que llevarse a engaños, ya que eso no sucede con todas las joyas, y la mayoría sufren una depreciación con el paso de los años. Eizaguirre afirma que “marcas y modelos icónicos siempre conservan un buen valor de mercado. Las piezas de Cartier Tiffany, David Webb o Van Cleef & Arpels son una garantía pero surgen otras nuevas que en poco tiempo se están posicionando muy bien”.
Es el caso de David Yurman que, en poco tiempo, es muy anhelado por el comprador de joyas del mercado secundario. Otros ejemplos son Elsa Peretti, las colecciones que Jean Schlumberger ha elaborado para Tiffany o los pendientes clásicos de concha de Seaman Schepps.
_66270081c6fc1.jpg "La trazabilidad certificada es clave en las joyas")
