Algunos creen haberla visto en Nueva York, otros afirman haberla atisbado en Londres o en París. La Pantera Rosa jamás está donde se la espera. Insaciable, exuberante, enigmática, huye de todos los que intentan atraparla y no deja, a modo de recuerdo, más que el preciado perfume de un resplandor mítico.
Chopard ha sabido restituir toda la gracia, la poesía y el misterio a este animal de leyenda. Paseando su picardía al filo de un embriagador ritmo de jazz, la Pantera Rosa desata la imaginación y resuena como una promesa de aventura. Desde su aparición en la pantalla grande en 1963, en una película de Blake Edwards, la Pantera Rosa no ha dejado de provocar la codicia. Es la metáfora de un diamante sublime e invisible a cuyo alrededor todo el mundo se afana, y encarna la representación de una figura que se ha hecho mítica.
En oro rosa de 18 quilates, con más de 1.600 diamantes engastados, el colgante y su cadena, diseñados por Chopard, son la prueba de la creatividad y el virtuoso saber hacer de sus talleres de Alta Joyería.
Tanto la textura del engastado, como el despliegue de los volúmenes, revelan la magia de un encuentro entre lo mineral y lo animal, orquestado por los maestros artesanos de la manufactura. Esta pieza única es, ante todo, un lugar de emoción. Entre realismo y onirismo, la Pantera Rosa de Chopard tiene la fuerza de los cuentos mitológicos. La historia no ha hecho más que comenzar.