En un negocio uno vende y para ello utiliza los medios que cree más útiles y conformes a su personalidad, pero también compra y por lo tanto es sujeto pasivo de los métodos de los demás. Hasta hace poco la mayoría de las empresas tenían comerciales que visitaban a los clientes. Gente sufrida y admirable, trabajando a comisión, hartita de hacer kilómetros sin más apoyo logístico que una maleta con el muestrario, el block de pedidos, un bolígrafo y su labia.
Pero la globalización y el auge de la telefonía móvil e internet han supuesto la llegada de métodos tan agresivos como odiosos. De nada sirve la protección de datos, los anti spam ni los ruegos ni protestas, los gabinetes de expertos encuentran la forma de dar contigo y un resquicio por el que colarse.
Abres el correo cada mañana y te pasas un rato limpiado la cascada de anuncios y proposiciones que van desde seguros y agencias de viaje acursos subvencionados tan ilusionantes como la peluquería canina pasando por un sujeto que dice haber heredado una millonada y te ofrece una pastón por sacarla de su país a través de tu cuenta corriente.
Pero la intromisión más desagradable son las llamadas telefónicas. En casa a la hora de la siesta suele ser una voz con acento sudamericano quien te pone de malas ideas. En la oficina es peor, alguien pregunta por ti con tal desparpajo que cualquiera diría que se trata de un miembro de la familia o alguna amistad muy especial con lo que consigue sortear los filtros de empleados y resulta ser una tele operadora que da por hecho que te tienes que tragar la tarjeta de una entidad bancaria con el irrefutable argumento de que es gratis.
Es como si yo le ofrezco a usted regalarle una mula torda y me ofendo porque no se la quiere quedar.
Enrique Orozco es gemólogo y vocal de Comunicación de la Asociación Española de Tasadores de Alhajas.
