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Diamantes sintéticos ¿Una amenaza verdaderamente real?

miércoles 14 de septiembre de 2016, 07:00h
Udi Sheintal es el presidente de la Comisión del Diamante de CIBJO.
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Udi Sheintal es el presidente de la Comisión del Diamante de CIBJO.
La irrupción en el mercado de los diamantes sintéticos está causando serias preocupaciones a la industria tradicional del diamante pero es probable que sus efectos no sean tan negativos como se auguran. El banco de inversión Morgan Stanley ha publicado el que quizá sea el estudio más completo sobre los escenarios de futuro más probables en este mercado y la Confederación Joyera Internacional (CIBJO), analiza en este informe sus resultados.

Los fabricantes de diamantes sintéticos son actualmente ‘alquimistas’ modernos, transformando carbón puro en gemas manufacturadas. Y aunque esto no es un producto nuevo, como sabemos, sino que ya se viene utilizando con fines industriales desde los años 50 del siglo pasado, fue a partir de los años 90, tras la caída de la Unión Soviética y el comienzo de las exportaciones de equipos de alta presión y temperatura ‘low cost’, cuando pequeñas firmas independientes comenzaron a producir diamantes de calidad gema en cantidades considerables.

A día de hoy su presencia es un hecho irreversible a pesar de que su cantidad en el mercado es relativamente pequeña. De hecho, según el estudio de Morgan Stanley, el impacto del diamante sintético representa entre el 0,5% y el 1,6% de cuota de mercado a nivel global en términos de valor.

La Comisión de Diamantes de CIBJO ha dedicado una considerable cantidad de tiempo desarrollando estándares y nomenclaturas para diferenciar claramente y sin ambigüedades entre los diamantes naturales y sintéticos. Y sus conclusiones ya se publicaron hace dos años en el Libro Azul del Diamante, la ‘biblia’ de la gemología internacional.

Esas definiciones fueron precisamente las que se adoptaron por parte de la Asociación Internacional de Estandarización cuando desarrolló a mediados del año pasado su Norma ISO 18323. En resumen, reitera que términos como ‘sintético’, ‘creados por el hombre o ‘crecidos en laboratorio’ deben preceder a la palabra Diamante siempre y cuando no estemos ante una gema de origen natural. Cualquier alteración y uso inapropiado o equívoco de estos términos se considerará como un fraude, según la industria.

El impacto real de los diamantes sintéticos en el mercado

La creciente presencia de diamantes sintéticos en el mercado está generando unos importantes niveles de ansiedad en la industria. Y eso que hasta la fecha hay realmente pocos indicios reales que muestren el verdadero impacto de estas gemas ‘fabricadas’ sobre el mercado del diamante natural.

Precisamente, lo que hace el estudio del banco norteamericano es ofrecer diferentes escenarios acerca de lo que puede ocurrir en un futuro próximo en base a tres variables:

La primera variable es el éxito de los esfuerzos de marketing llevados a cabo por los grandes productores para hacerles comprender a los consumidores las diferencias entre diamantes naturales y sintéticos, como dos tipos separados de producto. La segunda variable es el desarrollo de tecnologías de detección y el grado en el que estas tecnologías sean más económicas y fáciles de usar. La tercera variable será el volumen de diamantes sintéticos (especialmente melés) producidas en China, que se posiciona como el gran gigante productor de este tipo de piedras.

El primero de esos escenarios posibles, que Morgan Stanley define como ‘No amenaza’, se refiere a una situación en la que los diamantes sintéticos no lograran hacerse con un hueco importante en el mercado porque los consumidores no estén dispuestos a adquirir un producto a un precio que haga que el retorno de la inversión sea atractivo para los productores. Es decir, que el precio que los clientes estén dispuestos a pagar por ellos no resulte rentable para los productores.

Esto, indican los autores del artículo, sucedería como resultado de una combinación de importantes inversiones en marketing por parte de los productores de diamantes en bruto (en el entorno de 1.500 millones de euros anuales, o el 10% de sus ingresos) y de unas tecnologías de detección que sean asumibles por la mayoría del sector, así como de una baja producción de sintéticos procedentes de China. La probabilidad de que este escenario se produzca, indica el banco de inversión, se sitúa en el 30%.

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El siguiente de los escenarios es el que Morgan Stanley denomina como ‘Sustitución’ y se refiere a una situación en la que los consumidores se mostrarían indiferentes sobre las diferencias entre sintéticos y naturales, pero elegirían en función del precio.

Esta situación resultaría devastadora para el negocio de los diamantes naturales y sobrevendría si el gasto en marketing se mantuviese en torno a los niveles actuales de 100 millones de dólares anuales; si los equipos de detección (especialmente en las tallas más pequeñas) se mantuvieran a los costes actuales y si China incrementase masivamente su producción de piedras sintéticas.

No obstante, la probabilidad de que esto ocurra se estima solamente en el 5% y se explica en parte porque los productores de diamantes sintéticos también serían reacios a invertir con mayor ímpetu en mejores tecnologías de fabricación ya que esto podría redundar en una inasumible caída de precios de mercado y, por tanto, de su beneficio.

El tercer escenario, que es el que se considera más probable, es el que Morgan Stanley denomina como ‘Alternativo’. Este supuesto sería el resultado de una inversión de 700 millones de dólares en marketing por parte de los productores de diamantes naturales (que supondría en torno al 5% de sus ingresos, como ya ocurría en los años 90). También dependería de una caída de costes en las tecnologías de detección, especialmente en los tamaños superiores a los melé. En este caso la probabilidad de que nos situemos en este escenario asciende hasta el 65%, según el banco.

En este contexto los diamantes sintéticos llegarían a suponer un 15% del mercado en el caso de las piedras más pequeñas y en torno al 7,5% de las mayores. Esto supondría una incidencia bastante controlada ya que en la actualidad cerca del 68% de la producción total, en términos de quilates, es de diamantes pequeños (melés), mientras que su valor es sólo del 18% en el total del mercado.

Lo que se deduce de este análisis de Morgan Stanley es que esa ‘amenaza existencial’ de los diamantes sintéticos es a día de hoy vaga, pero también pone de manifiesto que se debe actuar de forma proactiva para mantenerla en ese nivel. El gasto en publicidad debe retornar al menos a los mismos niveles que tenía cuando De Beers cesó sus campañas globales hace diez años.

Ahora cabe preguntarse: ¿Está dispuesta la industria a realizar ese esfuerzo?

Udi Sheintal es el presidente de la Comisión del Diamante de CIBJO