Tras atravesar sin dificultad el cristal con un potente Mercedes, uno se pregunta porqué el establecimiento cuenta con un escaparate completamente a ras de suelo, sin muro protector ni barreras que puedan amortiguar el impacto.
Nada más entrar salta la alarma y con ella la cortina de niebla, pero se puede ver claramente cómo el humo tarda demasiado tiempo en llenar el establecimiento y, además, se encuentra situado en el centro de la tienda, en lugar de sobre el mostrador. Un tiempo precioso que los ladrones aprovechan para destrozar las vitrinas y llevarse todo el botín que pueden.
Con unas medidas de seguridad tan poco útiles, al final la joyería casi que tendría que agradecer a la señora de la limpieza que los ladrones no se llevaran más objetos, puesto que el brillante y resbaladizo suelo parece ser lo único que evitó que los ladrones camparan a sus anchas durante el siniestro.