El perfil es heterogéneo pues algunas ––pocas–– llevan más de diez años asistiendo a este encuentro; otras en torno a un lustro y, el resto, acaba de ‘aterrizar’ en la moqueta suiza. Si exceptuamos a grandes como Lotus-Festina y Munreco, la mayoría son pymes que desde hace más o menos tiempo han hecho del extranjero una cuestión de supervivencia.
Efectivamente, la contracción del mercado español de más del 60% (en algunos casos) de los últimos años ha propiciado esta obligada ‘movilidad exterior’ de la que tanto se jacta la Administración pública, pero de la que tan poco se preocupa por cuidar, como podemos deducir tras hablar con buena parte de las compañías nacionales presentes en Basel.
Por eso resulta ‘chocante’ leer anuncios como los de la entidad Joyex ––dependiente del Instituto de Comercio Exterior, ICEX––, indicando en su web que "organizó, como cada año, la participación de empresas españolas en Basilea". Ya de primeras resulta complicado creer que Joyex haya organizado ‘algo’ a un grupo como el que preside Miguel Rodríguez; por poner sólo un ejemplo. Pero es que otras firmas más modestas, también presentes, han asegurado a este Periódico que la Administración española no ha "intervenido, ni facilitado" su asistencia a la feria.
En cualquier caso, el mantra comúnmente aceptado sigue siendo que ‘quien quiera vender fuera de nuestras fronteras, debe abrirse paso por sí mismo’. La mayoría apuesta por entrar o consolidarse en mercados cercanos, pero también ‘sueña’ a medio y largo plazo con otros no tan lejanos como los asiáticos, norteamericanos e iberoamericanos. Lo cierto es que la Joyería y la Relojería españolas cuentan con calidad y experiencia sobradas, pero quizá no tanto con los apoyos necesarios para entrar en canales fiables de comercialización, que es quizá donde se necesita la ayuda de las administraciones. Por otro lado, también están para eso. ¿No?
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