A la cotorra, tanto de sexo femenino como masculino, capaz de pegar la hebra en cuanto te descuidas y te cuenta la vida y milagros de las joyas de su familia. Especie peligrosa si se le da cuerda porque empieza remontar el vuelo con su cotorreo y al final se va sin dejar nada en claro y te quedas con la cabeza caliente y los pies fríos.
El pájaro cuco está muy extendido y se camufla mucho en la jungla del mercado. No sólo se mimetiza con la clientela, hay que tener vista de halcón y no quitarla de las bateas con género porque te pega un picotazo y te hace un estropicio en un santiamén, sino entre la profesión en general. Pones un huevo con mucho esfuerzo y sacrificio y cuando vienes a darte cuenta hay quien te lo ha levantado del nido y lo airea como propio.
Pero yo particularmente con el pájaro que más me identifico es con el papagayo. Sobre todo a final de mes. "Pa pagá yo" las nóminas, "pa pagá yo" los impuestos, "pa pagá yo" la hipoteca… y de poco me vale cacarear porque me estoy quedando desplumado.
Les dejo a ustedes que adivinen a quién le atribuimos en este jaulón imaginario el papel de buitres, los que están volando en círculos sobre nuestras cabezas, en primera clase por supuesto, con dietas suculentas mientras se preparan un nido la mar de calentito en algún paraíso ornitológico fiscal.
Enrique Orozco es gemólogo. Socio de AETA y vocal de Comunicación. Más información en la página Art&Value de la edición de diciembre de GOLD&TIME