Asistimos al encuentro anual que La Federación Española de Amigos de Museos (FEAM) dedicó este año al concepto de la sostenibilidad, tomando como ejemplo las cuevas de Altamira y el Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (MUPAC).
En ambos sitios disfrutamos de la sapiencia y experiencia de sus respectivos directores que supieron introducirnos en un mundo un tanto desconocido para la mayoría y despertar auténtico entusiasmo entre los oyentes.
Como punto de partida eligieron el bello pueblo de Santillana del Mar, centro histórico artístico por excelencia de Cantabria. Desde los primeros asentamientos conocidos, esta villa cuenta con un formidable patrimonio no solamente presidido por la joya del románico La Colegiata de Santa Juliana, sino presente en sus casas, palacios y escudos de sus propietarios, que reflejan una Santillana prehistórica, medieval, renacentista, barroca, moderna y actual. Si a esto añadimos la hospitalidad de su alcalde podemos confirmar que nuestra estancia allí se convirtió en una grata experiencia y no solamente paleolítica.
Vimos y disfrutamos de primera mano las impresionantes reproducciones en las Neocuevas de Altamira, con las explicaciones pertinentes de su director José Antonio Lasheras. Tuvimos la ocasión de visitar las cuevas El Castillo y Las Monedas en Puente Viesgo beneficiándonos de la posibilidad de poder admirar y aprender todavía de sus pinturas paleolíticas auténticas.
En todos los sitios nuestros guías nos hacían adentrarnos y comprender la forma de vida de nuestros antepasados, mucho más parecidos a nuestros costumbres de lo que pudiéramos pensar. Sus indumentarias no variaban tanto de lo que llevamos hoy en día y sus joyas o abalorios tampoco. Inclusive la tentación de mezclar lo auténtico con la imitación, o sea la bisutería. Aparentar un valor que no tiene. Nos suena esto de algo?
Lo que sí nos quedó bien claro es, que el gusto por adornarse con una joya no es cosa de los últimos siglos sino que existe desde el paleolítico. Deberíamos reflexionar sobre ello cuando nos quieren cambiar nuestro criterio persuadiéndonos desde la televisión o prensa que lo elegante o bonito hoy en día es acudir a cualquier evento desprovisto de joya alguna.
Damos las gracias a ACAJA y su activa presidenta Christine Vasseur que con su entusiasmo ha contribuido un año más al buen desarrollo de estos congresos y nos reservamos ya la fecha para el año que viene y otro lugar con embrujo como es Soria.
Erika Junglewitz es la presidenta de AETA