Segunda colaboración entre Louis Erard y Massena LAB

No es la primera vez que Louis Erard abre la puerta a la relojería clásica y echa una mirada al siglo XIX. Su objetivo es demostrar que un reloj es también -y sobre todo- un medio de expresión, un cuaderno de pulsera en el que se pueden escribir pequeñas historias mecánicas. Tampoco es la primera vez que Louis Erard invita a Massena LAB a coproducir una creación. Después de Le Régulateur, finalista del Grand Prix d'Horlogerie de Genève, la colaboración a cuatro manos se ha centrado esta vez en el cronógrafo monopulsador. Una especialidad muy técnica -un único pulsador para poner en marcha, detener y reiniciar el cronógrafo- que Louis Erard expresa con gran sencillez: un único totalizador de 30 minutos en una esfera separada a las 12 horas.

Ahora, el toque Massena LAB. Como su nombre indica, se trata de un laboratorio, con un técnico de laboratorio, William Massena. Es una figura destacada en el mundo de los relojes de coleccionista. Coleccionista él mismo, William Massena dirigió Antiquorum durante varios años antes de lanzar su propio sello en 2018, no una marca sino una plataforma centrada en colaboraciones. Con una única idea en mente: promover la relojería que ama y "democratizar un estilo habitualmente reservado a los coleccionistas adinerados", la relojería histórica de los siglos XVIII y XIX, siguiendo a su manera los pasos de Antide Janvier y la cronometría marina.

Hacer accesible lo excepcional. Conocer a Louis Erard era un paso lógico y natural. Manuel Emch, CEO y director creativo de la marca de Franches-Montagnes, ha hecho de la cultura relojera su seña de identidad, abriendo sus colecciones a todo lo que la alta relojería se había reservado hasta entonces: métiers d'art, colaboraciones de vanguardia, relojeros independientes, creativos, artistas, artesanos; Alain Silberstein, Vianney Halter, Konstantin Chaykin, atelier oï, seconde/seconde/, Eric Giroud, Bastien Chevalier... y todos los que vendrán. "Juntos somos más fuertes" se ha convertido en el lema de Louis Erard, la nueva firma de este histórico fabricante, nacido en la Gran Depresión de 1929. Y no es sólo una postura, como demuestra Louis Erard, que explora todos los ámbitos de competencia, de colaboración en colaboración, llevando cada vez más lejos la búsqueda de la excelencia.

¿Cómo se revela esta excelencia? En el estilo, minucioso y detallista. En el acabado, por supuesto. Este cronógrafo monopulsador es un ejemplo sorprendente: brida exterior y contador rodiados con satinado circular y esquinas diamantadas, platina inferior rodiada o dorada 2N con acabado graneado y centro del contador plateado opalino, transferencias negras con el símbolo Louis Erard y el logotipo Massena a las seis. Y de esta búsqueda de la excelencia nace la exclusividad: la sofisticación siempre se consigue a mano, y las agujas no están hechas para la producción en serie.