OPINIÓN | JORDI FERRÉ ESTRADA
Ya no existe el aprendiz de joyero, sino estudiantes de joyería. Se perdió esa figura que, con 12 años, empezaba barriendo y no tocaba una sierra más que para guardarla en el cajón. El joyero que se formaba en los talleres era pobre en cultura general y rico en oficio, porque los oficios sólo se dominan con horas de trabajo.