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El abogado y asesor Fernando Yandiola, recuerda la necesidad de que el Sector cuente con foros  de encuentro

Jueves 29 de octubre de 2015

Querría compartir con ustedes una reflexión que me he venido planteando, a raiz de la celebración del pasado PRODIAM 2014, organizado -con el acierto habitual -por HRD, GEMACYT y, especialmente, por esta Casa que me acoge desde hace quince años. Y sí, alguien me ha comentado que, con algún importante añadido, el núcleo de los presentes eramos, más o menos los mismos.



Bien, no deja de ser cierta la afirmación. Pero tal vez debamos plantearnos algo importante: la Joyería no es solo un negocio -entendiendo como tal el ejercicio profesional de la venta de artículos de Joyería- que también lo es, en tanto que resulta el medio de vida con que se ganan el sustento muchos de los empresarios y profesionales de nuestro Sector. Y como tal no es sino una clase, muy cualificada, de las "tiendas" abiertas al público.

Pero, como digo, la Joyería es más que esto. Es una profesión, y como tal, conlleva una considerable carga vocacional. El Joyero no sólo vende sus artículos a sus clientes; además se forma, mantiene el contacto con los elementos científicos, formativos, profesionales, legales, sociales y comerciales de su actividad.

Y por ello, muchos de los Joyeros son gemólogos o mantienen un constante contacto con la geología; y están afiliados o asociados a los Colegios, Gremios y Asociaciones Profesionales sectoriales, para estar al día de las novedades que afectan a su profesión.

Además, pese a las dificultades económicas que aherrojan muchos de sus intentos, tratan de mantenerse actualizados en las novedades técnicas y comerciales, así como en los aspectos sociales - por ejemplo, en la cuestión de los avances y retrocesos en materia de inseguridad - que nos afectan.

Por eso, bienvenidas sean cuantas ocasiones, como el PRODIAM, se nos brinden para seguir, día a día, conectados con las vicisitudes de una profesión bella y exigente.