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Según detalla el informe, incluso entre los libros en las bibliotecas del monasterio de mujeres, menos del 15% llevan nombres o títulos femeninos y, antes del siglo XII, menos del 1% de los libros pueden atribuirse a mujeres.
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Según detalla el informe, incluso entre los libros en las bibliotecas del monasterio de mujeres, menos del 15% llevan nombres o títulos femeninos y, antes del siglo XII, menos del 1% de los libros pueden atribuirse a mujeres.

El lapislázuli desmonta un mito medieval

Demuestra el papel de la mujer en la literatura de la Edad Media como copista e iluminadora

martes 15 de enero de 2019, 07:00h
Podría ser perfectamente el argumento inicial de una novela de Umberto Eco y por eso traemos hoy un apasionante estudio que acaba de publicar la revista Sciences Advances. En él se muestra cómo esta gema ha permitido desmontar el mito de que sólo los monjes eran responsables de los extraordinarios trabajos de iluminación en los códices medievales.

El estudio internacional coordinado por el Departamento de Antropología del Instituto alemán Max Planck pone en valor el papel de la mujer en la creación artística durante la Edad Media. Concretamente en el puesto de copista o miniador, un oficio reservado para las plumas más precisas de la época. Y todo se ha descubierto gracias a una extraordinaria gema: el lapislázuli.

El estudio comenzó con el análisis de los restos de una mujer enterrada en un monasterio alemán entre finales del siglo XI o principios del XII. Los científicos detectaron en su cavidad bucal un ‘cálculo’ incrustado en la parte posterior de su dentadura y, tras analizarlo con técnicas espectográficas como el micro-Raman, concluyeron que se trataba de restos de lapislázuli.

¿Y cómo llegó allí ese resto? El origen exacto continúa siendo un misterio pero los investigadores barajan que, al humedecer el extremo del pincel con la boca conforme avanzaba en su trabajo, pequeñas partículas de este pigmento podrían haber ido acumulándose hasta formar esa incrustación a lo largo de meses o años.

Esta gema se ha venido empleando como pigmento para elaborar el color azul durante milenios y su procedencia era en el Medievo, igual que hoy día, prácticamente exclusiva de las minas de Afganistán. De hecho, el ‘oro azul’ continúa siendo una importante fuente de riqueza y de conflicto en aquél país.

Deshaciendo tópicos

Este hecho muestra también la extensión de las rutas comerciales en una época que algunos llaman ‘oscura’ pero que produjo en campos como el de la literatura verdaderas obras de arte. El lapislázuli era, pues, una piedra de extremado valor y la confianza para que fuese usado por mujeres debía de ser muy alta para la época.

Este estudio viene a confirmar la importancia de la mujer en la producción de códices y la creación de las complejas ilustraciones que empleaban también otros materiales como el oro para su elaboración.

Según detalla el informe, incluso entre los libros en las bibliotecas del monasterio de mujeres, menos del 15% llevan nombres o títulos femeninos y, antes del siglo XII, menos del 1% de los libros pueden atribuirse a mujeres.

En consecuencia, durante mucho tiempo se asumió que fueron los monjes, y no las monjas, los principales productores de libros a lo largo de la Edad Media. Sin embargo, las investigaciones recientes han cuestionado este punto de vista, revelando que las mujeres religiosas no solo eran alfabetizadas, sino también productoras y consumidoras de literatura.