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GEMOLOGÍA | JOSÉ MANUEL RUBIO

Casi tan codiciado y admirado como repudiado y maldito: el diamante negro

lunes 03 de diciembre de 2018, 07:00h
José Manuel Rubio Tendero.
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José Manuel Rubio Tendero.

Entre la incomprensión, la admiración y el rechazo, pocas gemas suscitan sentimientos tan encontrados como el diamante negro. Podemos citar un par de ejemplos: El primero, El Black Orlov de 67,50 quilates, también conocido como Eye of Brahma, fue robado cuando, todavía sin tallar, estaba engastado en una estatua del dios Brahma en la India. Semejante sacrilegio, cuenta la leyenda, provocó una maldición y a partir de entonces sus sucesivos propietarios fueron muriendo de forma violenta.

Ese fue el caso de la princesa rusa Nadia Vyegin-Orlov, personaje que, aunque no hay evidencias de ser verídico, le dio su nombre. Sea lo que fuere, sí que sabemos con certeza que el Black Orlov, después de haber pasado por varios dueños, sin que murieran violentamente, fue subastado en 2006 y pagaron 360.000 dólares por él.

Por otra parte, el diamante negro Amsterdam pesaba 55,80 quilates en bruto cuando lo compró una empresa holandesa en 1972. El diamante fue tan escasamente valorado por diversos tasadores que parecía destinado inevitablemente a uso industrial.

Sin embargo, una vez tallado en estilo pera dio una gema de 33,73 quilates que en 1973 fue presentada en la exposición conmemorativa del séptimo centenario de la ciudad de Amsterdam. A partir de entonces, comenzaron a surgir ofertas de compra hasta que finalmente, en 2001, fue subastado por Christie's y adjudicado por 352.000 dólares.

A la izquierda, el collar en el que está engastado el diamante Black Black Orlov de 67,50 quilates. A la derecha, el diamante negro Amsterdam, con 33,73 quilates. (las imágenes no están a escala)

Unas gemas poco conocidas

Pero bajemos de las estrellas. En un plano más modesto los diamantes negros no fueron empleados con asiduidad hasta hace relativamente poco tiempo. Hoy ocupan un espacio importante en la joyería contemporánea. Es fácil entenderlo, reúnen dos cualidades importantes: combinan bien con otras gemas y no son muy caros.

Ahora bien, existe cierto desconocimiento acerca de los diamantes negros y, sobre todo, en lo que respecta a la causa del color.

El color en los diamantes negros no deriva de imperfecciones o defectos en su estructura cristalina como ocurre con los diamantes de otros colores, azul, amarillo, verde… En los diamantes negros el color lo producen inclusiones diminutas, a veces incluso submi-croscópicas, negras u oscuras, que colorean la masa en la que se encuentran.

En general, estas inclusiones son de grafito, magnetita, hematites o hierro. Aunque, más raramente, algunos diamantes deben su color a radiaciones de sustancias con las que estuvieron en contacto cuando se encontraban en el interior de la tierra, dichas radiaciones produjeron en la red cristalina centros de absorción de la luz dando como resultado cristales de un color verde tan oscuro, que pueden llegar a parecer negros.


No está de más recordar que, igual que con otras gemas tratadas, al vender o certificar diamantes negros tratados deberemos indicar, sin ambigüedad, que han sido sometidos a un tratamiento


En la actualidad, diamantes naturales de color negro se están extrayendo de las minas de Marange (Zimbawe) y de Siberia (sin descartar otras procedencias). Pero la mayoría de los diamantes negros que se ofertan en el mercado, en realidad, son diamantes que, al no reunir las condiciones de pureza y/o color apropiadas para gemas, han sido sometidos a un tratamiento artificial.

En líneas generales, sin entrar en detalles, se les aplica altas temperaturas y bajas presiones de manera que las fracturas se grafitizan y el color general que se percibe es el negro. Otra técnica consiste en irradiarlos para inducirles un color verde muy intenso, oscuro, casi negro.

Estos diamantes negros tratados no presentan gran dificultad en cuanto a su identificación: los tratados térmicamente suelen presentar fracturas intensamente grafitizadas, es decir, negras; y, los irradiados artificialmente muestran con luz intensa el color verde oscuro en los bordes.

En este punto, no está de más recordar que, igual que con otras gemas tratadas, al vender o certificar diamantes negros tratados deberemos indicar, sin ambigüedad, que han sido sometidos a un tratamiento.

Las minas de Marange, al sureste de Zimababue, se encuentran entre las principales productoras de estas gemas.

En la estela de los diamantes negros también han surgido con fuerza otros materiales que lo imitan. Por ejemplo, la moisanita sintética negra y la circonita negra. Estos dos materiales son imitaciones realmente muy convincentes. En especial la moisanita sintética negra porque tiene una elevada dureza.

Además, hemos podido comprobar en nuestro laboratorio que algunos conductímetros (instrumentos que detectan la elevada conductibilidad térmica de los diamantes), fallan con los diamantes negros e indican que son moisanitas negras creando, de esta manera, más incertidumbre.

Y, a modo casi anecdótico, también cabe mencionar que se han detectado diamantes sintéticos de color azul tan oscuro que parecen negros, pero, por el momento, la producción de este material es muy escasa y no se han detectado cantidades significativas en joyería, por lo que no constituyen un problema.

La joyería está sujeta, entre otros factores, a las modas y con ellas a la entrada de nuevos materiales, algunos son efímeros, otros se consolidan. Uno de estos últimos parece ser el diamante negro.

Ya veremos si pasa la prueba del tiempo. Mientras tanto, comprender qué es el diamante negro proporciona al profesional seguridad en sus transacciones y evita que prosperen los equívocos.

José Manuel Rubio Tendero es Gemólogo y Licenciado en Historia. Investigación y certificación en Laboratorio Gemológico MLLOPIS.