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OPINIÓN | MIGUEL ÁNGEL PELLICER

El gemólogo y los tratamientos de las gemas

lunes 21 de noviembre de 2016, 07:00h
M.A. Pellicer.
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M.A. Pellicer.
La belleza de las gemas es un elemento intrínseco de cada una de ellas, aunque tenga un gran componente de subjetividad (lo que aquí y ahora se considera bello, en otro lugar o momento puede que no). También hay que reconocer que existen estándares universalmente reconocidos y aceptados.
Rubí tratado con vidrio de plomo para rellenar sus fisuras.
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Rubí tratado con vidrio de plomo para rellenar sus fisuras.

Por otro lado, en la apreciación de la belleza intervienen tres de las famosas 'Cs' del diamante: talla, color, pureza y, la cuarta (el peso), influye además en su precio. Las tecnologías actuales permiten todo tipo de cambios o alteraciones en todas y cada una de estas cuatro 'Cs'. Se puede cambiar la forma, el color, la pureza e incluso el peso de una gema.

Además, algunos de estos cambios pueden suceder de forma natural sin la intervención humana como, por ejemplo, ocurre con los cambios de color en algunos tipos de cuarzos. Y si todo esto fuera poco, algunos tratamientos son inestables y en ocasiones pueden revertir a la gema a su estado original.

Si se excluye la talla, tratamiento universalmente aceptado, los tratamientos que afectan al color, a la pureza y al peso están a la orden del día, incluso a pie de mina y casi como un proceso más en la extracción.

La cuestión repetidamente planteada es si todos estos tratamientos deben ser comunicados o revelados al consumidor y la respuesta debe ser: Siempre. Una gema tratada artificialmente que ha sido mejorada en cualquiera de sus aspectos antes mencionados, no puede tener el mismo valor que su homóloga natural, y el consumidor debe ser advertido.

En ocasiones, un buen consejo o asesoramiento tienen más trascendencia que un frío análisis

Los laboratorios gemológicos punteros con el instrumental de análisis moderno pueden identificar y de hecho identifican estos tratamientos, y los gemólogos con una formación clásica y con el instrumental clásico (el famoso trípode gemológico: microscopio, refractómetro y espectroscopio), también deberían ser capaces de identificar una buena parte de estos tratamientos, aunque ciertamente no todos.

De ahí la importancia de la labor diaria del que se podría denominar como 'gemólogo de calle', ya que no todos los consumidores pueden acceder a los grandes laboratorios; ya sea por desconocimiento o falta de información, ya sea por su ubicación geográfica o cualquier otro motivo.

Un gemólogo de estas características está perfectamente capacitado para dictaminar si una gema ha sufrido una tinción, si es una piedra compuesta, si se ha utilizado láser para quitar impurezas y un largo etcétera. Además tiene la información precisa para transmitir y aconsejar al consumidor en el caso de que sean necesarias mayores precisiones y análisis más concretos.

En ocasiones, un buen consejo o un buen asesoramiento tienen más trascendencia que un frío análisis.

Miguel Ángel Pellicer es gemólogo y presidente de AGEDA Aragón.