Será un millón de dólares, o lo que se quiera pagar por ello, pero evidentemente la obra de Zanetti a nadie puede dejar indiferente.
Y es evidente en el protagonismo de la piedra en su estado natural, gracias a la esmeralda Zanetti, un prodigioso prisma de 134,86 quilates de un espléndido color verde, absolutamente puro, sin tonalidades parasitarias que lo distorsionen, y un alto grado de claridad y transparencia. Un auténtico fruto de la Tierra, sin otra manipulación que su recogida y su "vestimenta" obra de la excelencia joyera de Zanetti en forma de una delicada serpiente compuesta por innumerables diamantes y otras esmeraldas que imitan las manchas de la piel del ofidio.
Destaca la cabeza, un gran diamante talla perilla de 3,5 quilates, que se equilibra en la cola con un brillante de 3,4 quilates. Los diamantes de la piel suponen otros 8,23 quilates en total, mientras que las manchas verdes se logran gracias a esmeraldas de alta calidad con un peso conjunto de 0,7 quilates. En total, para la ralización de esta pieza única han sido necesarias más de 500 horas de trabajo armónico, casi diríamos que simbiótico, de maestros joyeros, engastadores y gemólogos, buscando el equilibrio cromático y estructural que ha permitido un diseño que rinde tibuto a la belleza de la piedra natural.
